Filipenses 4:1-9 (TLA)
1. Queridos hermanos y amigos, estoy muy contento y orgulloso de ustedes. ¡Realmente los extraño! ¡No dejen de confiar en el Señor Jesús!
2. Les ruego a Evodia y a Síntique que se pongan de acuerdo, pues las dos son cristianas.
3. A ti, mi fiel compañero de trabajo, te pido que las ayudes. Ellas me han ayudado mucho para anunciar la buena noticia, junto con Clemente y mis otros compañeros de trabajo. Los nombres de todos ellos ya están anotados en el libro de la vida eterna.
4. ¡Vivan con alegría su vida cristiana! Lo he dicho y lo repito: ¡Vivan con alegría su vida cristiana!
5. Que todo el mundo se dé cuenta de que ustedes son buenos y amables. El Señor Jesús viene pronto.
6. No se preocupen por nada. Más bien, oren y pídanle a Dios todo lo que necesiten, y sean agradecidos.
7. Así Dios les dará su paz, esa paz que la gente de este mundo no alcanza a comprender, pero que protege el corazón y el entendimiento de los que ya son de Cristo.
8. Finalmente, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo que merece respeto, en todo lo que es justo y bueno; piensen en todo lo que se reconoce como una virtud, y en todo lo que es agradable y merece ser alabado.
9. Practiquen todas las enseñanzas que les he dado, hagan todo lo que me vieron hacer y me oyeron decir, y Dios, que nos da su paz, estará con ustedes siempre.
Todo este pasaje resalta el gran afecto del Apóstol Pablo por sus amigos Filipenses, los ama y anhela, son su gozo y corona. La imagen de la Corona me hace recordar los juegos deportivos griegos donde el atleta vencedor recibía una como premio, la cual era construida de hojas de olivo silvestre entretejida con perejil verde y hojas de laurel. En algunas ocasiones festivas los invitados eran adornados de igual forma. Para Pablo los filipenses eran la corona de todo su esfuerzo y resultado de su ministerio, el escritor invita a sus amigos a estar firmes en el Señor, sólo con Jesucristo se puede resistir el fragor de la batalla como un buen soldado cuando ve al enemigo lanzarse con toda su furia sobre él.
Todo esto nos indica que la seguridad de la iglesia y del cristiano solo puede mantenerse en el poder de Dios Todopoderoso. La narrativa del texto nos hace ver el drama de dolor por las actitudes negativas de dos mujeres Evodia y Síntique las cuales estaban peleadas ( este es un pasaje, el cual despierta la curiosidad de saber mucho más sobre este par de líderes, pero vamos a conformarnos con lo dicho por el amigo Pablo que solamente estaban peleadas) Es muy interesante ver como Pablo resalta el papel protagónico de las mujeres de esa época, las cuales asumían papeles importantes en la organización de la iglesia ya que en la cultura griega esto no era muy usual, pero, en Filipo las mujeres gozaban de libertad y protagonismo .
Pablo en su responsabilidad como ministro exhorta a las mujeres ya mencionadas a que estén de acuerdo en el trabajo del Señor, porque sólo el Señorío de Cristo puede traer la unidad y fortaleza para ocuparse en la misión del Reino de Dios. También, es muy significativo que ante una situación de conflicto, Pablo movilizara a un colaborador encargándole ser agente o puente pacificador y reconciliador en la iglesia de Filipos.
Así como el escritor se regocijaba de aquella comunidad de fe, hoy es propicio alabar a Dios por cada una de las mujeres que hacen vida y marcan historia en la Iglesia Presbiteriana de Venezuela que en medio de tantas adversidades de la vida realizan su ministerio con gozo, alegría, buena actitud y responsabilidad en la tarea encomendada y tener presente del mismo modo la labor ministerial de pastores, pastoras, miembros del consistorio, junta diaconal y toda la feligresía en general donde tenemos muchos colaboradores para desarrollar el ministerio eclesial.
Para el Apóstol, la oración jugaba un papel importante acompañándola con gratitud o acción de gracia por cada compañero de misión. En este tiempo de pandemia de COVID-19 es propicia la ocasión para estrechar lazos de amor y comprensión a pesar de la distancia convirtiéndose la oración en gratitud porque ÉL siempre desea lo mejor para cada uno de sus hijos. El pasaje leído nos invita a retomar el versículo 9 “Practiquen todas las enseñanzas que les he dado, hagan todo lo que me vieron hacer y me oyeron decir, y Dios, que nos da su paz, estará con ustedes siempre.”
En conclusión, la carta despierta en nuestro ser asumir compromisos valiosos del Reino, entre los cuales se encuentran:
Disfrutar el gozo de ser fructífero en la tarea encomendada.
Construir buenas relaciones, cuidarse y protegerse los uno a los otros.
Estar dispuestos a transformar lo que nos separa para unir, creando un puente para manejar los diferentes conflictos y temperamentos dentro del liderazgo.
Rvdo. Omar José Díaz
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