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Presentación de Jesús en el templo

Foto del escritor: sinodoipvsinodoipv


Nadie puede negar que esta época de navidad es totalmente diferente a todas las anteriores y que pasarán muchas otras pero ésta en particular, marcará de una manera determinante a esta sociedad. La iglesia de este tiempo no queda fuera de este comentario inicial, ha sido una gran prueba de fe, de obediencia y esperanza. Una prueba de fuego donde muchos claudicaron y otros permanecieron en pie asidos a la promesa de Jesús: “Yo estaré con ustedes siempre y más allá de la misma muerte”. Y podemos decir hoy (sin conocer que nos deparará el futuro), que el Señor ha cumplido sus promesas. Son muchos los testimonios de los milagros y maravillas hechas por nuestro Maestro que no pararíamos si nos dedicamos a enumerarlas una a una.

Ha sido un tiempo largo de reflexión y acción que aun cuando los templos permanecen cerrados, la “iglesia ha permanecido abierta”. Trabajando para la gloria de Dios. Llevando palabra, alimento, alegría y un mensaje de amor y solidaridad tan necesarios a nuestros familiares, amigos y vecinos. En medio de la pandemia surge una Iglesia comprometida con Dios y su Reino. Mostrando ser parte de la solución y no del problema. Es una oportunidad que nos da el Padre Celestial de salir de ese estado de somnolencia en el que nos encontrábamos hace casi 9 meses. Triste por aquellos o aquellas que no lo han entendido y continúan igual que antes del esta coyuntura.

Una vez más tengo que testificar que el texto sagrado para la reflexión de hoy. No pudo ser más pertinente. Nos encontramos con una sociedad con múltiples problemas y necesidades. A la espera de una respuesta de Dios (igual que nosotros hoy), padeciendo los embates del imperio romano. Y aparentemente no se ve la solución o respuesta, reina la incertidumbre y el temor. Pero es en el momento de crisis o caos cuando el hombre tiene que reconocer que por medio de sus fuerzas no es el camino.

Cuando las posesiones, el dinero, el poder y la ciencia misma no son suficientes. La fe y la esperanza deben permanecer y veremos la Gloria de Dios. La observancia de José y María a las ordenanzas de la Ley de Moisés dan muestra de su humildad, fe y obediencia. Y por la ofrenda de estos para el rito de purificación se confirma que El Salvador del mundo junto a sus padres era una familia muy pobre en lo natural, pero ricos en lo espiritual pues en su seno albergaban al Mesías prometido, La Esperanza de Israel, el pueblo oprimido representado en Ana y Simeón esperaban ansiosamente “La Consolación de Israel”. Y esa constancia y perseverante fe de ambos dio su fruto. Les fue concedido el deseo se sus corazones.

Hoy los ejemplos de Obediencia de María y José. Y la constancia y perseverancia de Ana y Simeón deben llamarnos a reflexión, si queremos ver verdaderamente la Gloria del Señor manifestada en nosotros, en nuestra familia, en la comunidad de fe y en la sociedad misma. Dios responde a todas nuestras oraciones a su tiempo y según su perfecta voluntad. Pero demanda de nosotros así como dice el canto: “Que no caiga la fe, que no caiga la esperanza”. Y luego veremos el crecimiento integral, así como crecía el niño Jesús, en gracia para con DIOS y los hombres. Bendiciones..!

¡ÁNIMO QUE FALTA POCO!

ML Carlos Blanco

IP EBP Guatire-Miranda

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