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¡NAVIDAD, NAVIDAD!

Foto del escritor: sinodoipvsinodoipv

¡Qué gozo y qué alegría en la celebración de la Navidad! Los 24 y 25 de diciembre celebramos este evento maravilloso. En el domingo de hoy y, siguientes domingos, continuamos rememorando tan gozoso evento. Un niño nos es nacido y es un niño muy especial. Según leemos en el Evangelio de Lucas (2:22-40), este niño nace en el hogar de María y de José, joven pareja piadosa. Se trata de un hogar judío. Con el niño se cumple todo lo establecido en la ley mosaica: circuncisión, presentación a Dios en el Templo, crianza según las tradiciones judías. Pero el niño es muy especial. El ángel Gabriel se lo anunció a María, este niño “será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su Reino no tendrá fin”. En la presentación del niño en el Templo, Simeón, hombre justo y piadoso, lleno del Espíritu Santo reconoce en este niño la presencia de Dios y su salvación. También la anciana profetisa Ana alabó a Dios por el nacimiento de este niño.

Ciertamente, celebramos la Navidad con alegría. Celebramos con cariño y alegría al “Niño Lindo”. Ahora bien, nuestra celebración no se puede quedar ahí, aun cuando hay comunidades que se quedan con el niño Jesús y no ven más allá, como los adoradores del Santo Niño de Atocha y, otras. La navidad secular se queda con el niño, pero utilizándolo con fines comerciales y de ganancia económica, sin entender el significado de la encarnación de Dios. Ahora bien, el niño Jesús no se quedó niño, sino que creció y se fortaleció; su humanidad era plena y, “se llenaba de sabiduría y la Gracia de Dios era sobre él”. Tal como Simeón lo había entendido por revelación del Espíritu Santo, Jesús habría de ser “luz para revelación a los gentiles y gloria del pueblo de Israel”.

Según leemos en el pasaje de Gálatas (4:4-7), “cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley”, el Mesías, el Cristo, para redimir al género humano. Jesús cumplió su misión anunciando el Reino de Dios, sanando a los enfermos, ministrando a los pobres y finalmente entregando su vida en rescate de todos nosotros los pecadores. Jesús el Cristo cumplió a cabalidad su misión redentora. En él somos hechos hijos e hijas y herederos de Dios.

Entonces, sí, en la Navidad celebramos con alegría el nacimiento de un niño, el niño Jesús, pero más aún tenemos que celebrar al enviado de Dios, nuestro Salvador y Redentor, por medio del cual llegamos a ser plenamente hijos e hijas de Dios, plenamente humanos, herederos de Dios. Podemos confesar, junto a Simeón, que en el Cristo “hemos visto la salvación, la cual Dios ha preparado en presencia de todos los pueblos, luz para revelación a los gentiles y gloria del pueblo de Israel”.


Rev. Edgar Moros Ruano




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