Jesús antes de iniciar su Misión salvadora se enfrentó a las fuerzas del mal, cuyo propósito siempre ha sido impedir que Dios reine y que el bien permanezca en la vida del ser humano. El adversario procuraba de muchas maneras impedir la obra Redentora de Jesús, para ello usaba diferentes medios y personas. En el pasaje de hoy vemos la actuación del mal en las propuestas hechas a Jesús, quién es invitado a olvidarse del sacrificio y de los sufrimientos que conlleva la misión encomendada por Dios.
En el marco del primer domingo de cuaresma nos encontramos con la Tentación que fue vivida por el ser humano desde sus inicios y que lamentablemente para la vida humana se accedió y se perdió con ella la comunión íntima con Dios. Jesús también es enfrentado por el mal, pero se mantuvo fiel a Dios, a su misión, a su entrega, obedeciendo a su padre para darnos la oportunidad de la Salvación y la Reconciliación con Dios.
El inicio de la obra Redentora de Jesús se ve empañada por 3 tentaciones que también pueden hacerse presente en nuestras vidas. El hambre es una necesidad primordial y en estos momentos era real en Jesús, por los días que tenía sin probar nada y que había tenido un tiempo de encuentro con Dios en meditación y preparación. Jesús tenía el poder para proveerse comida, pero al igual que el pueblo de Israel en el desierto pudo ser alimentado por Dios mediante el maná, Jesús sabía que no podía someterse a la voluntad del mal, ni servirse a sí mismo, permitiendo que su adversario sacara provecho. Nosotros muchas veces estamos tentados a esperar que Dios nos solucione todo sin mayor esfuerzo, buscar la forma más fácil de obtener las cosas, aún cuando eso implique abandonar nuestros principios cristianos.
La segunda tentación es una invitación a poner a prueba el poder de Dios. A montar un espectáculo para que todos vean el poder de Dios, como si él necesitara ese espectáculo. Jesús sabía el poder que tenía, pero sólo lo iba a usar para atender a los más vulnerables, a los oprimidos, enfermos, excluidos de una sociedad deteriorada y excluyente. No podemos usar el poder de Dios para nuestro beneficio personal ni podemos poner en duda su poder, protección y presencia en nosotros para transformar todo a nuestro alrededor, a nivel familiar y social.
La tercera tentación es un ofrecimiento que pretende que Jesús se olvide de la cruz, del sacrificio, del sufrimiento y acepte la oferta engañosa de ganar al mundo sin cumplir con la entrega de su vida en favor de los demás. No podemos dejar de adorar a Dios, aunque ello implique sacrificio por obtener dinero, prestigio y bienes por el lado equivocado. Hoy nos enfrentamos a muchas ofertas engañosas y doctrinas equivocadas que desvían nuestra atención y verdadera misión instruida por Jesucristo, atender a aquellos que nos necesitan, que juntos caminemos a la luz de Dios, quien se preocupa y ocupa de la humanidad porque nos ama y quiere salvarnos de toda la maldad que impera en el mundo.
M.L. Zaida Lara
Cúpira
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