Como es normal y una costumbre, la personas muestran un interés por interpelar a Jesús y este hombre le pide que intervenga en un asunto legal entre él y su hermano por una herencia. Esperando de Jesús una respuesta afirmativa, sirviendo como juez en este asunto. Jesús se niega a tal petición, respondiendo a este hombre con una interrogante "Quién me ha puesto por juez o partidor?
La misión de Jesús no es de ser juez o partidor, ni intervenir o ser involucrado en un asunto que no le compete y que tiene que ver con dinero o propiedades. Son otras personas las encargadas de estos asuntos. Jesús dijo que él vino para traer vida y vida en abundancia. El dinero, las riquezas y las propiedades no son lo más importante para nuestra vida. Como cristianos somos llamados a vivir enfocados en asuntos más humanos, atendiendo a lo que verdaderamente es importante, nuestra vida. En esta primera parte del pasaje Jesús se enfoca en la vida del ser humano y no en lo que posee.
Los versículos del 16 al 21 Jesús comparte una parábola con la audiencia de un hombre insensato que no hallaba qué hacer con la cosecha, porque su tierra había dado una buena cosecha y no tenía planes con la producción. La solución que puso en práctica que construir nuevos graneros, más extensos y de mayor dimensión, sin pensar en la posibilidad de compartir con otros su producción, pero para su sorpresa Dios le cambió los planes, era hora de morir, de ausentarse de esta tierra y qué iba a pasar con lo que que tenía, ya no iba a disfrutar de su cosecha por su egoísmo y mezquindad y por no reconocer su dependencia de Dios, quien ha hecho posible que su cosecha aumentara.
De manera equivocada creemos tener el control de todo y que somos autosuficientes pero para lograr obtener las cosas mucha gente participó y ayudó, pero eso no lo podemos afirmar, preferimos vivir aislados y apegados a lo material. Jesús nos llama a tener mayor dependencia de Dios y no de nosotros mismos. Compartir nuestra cosecha, evaluar nuestras actitudes para mantenernos saludables. Como seres humanos no podemos enfocarnos en la acumulación sino en la posibilidad de ayudar a otros y compartir las bendiciones que Dios nos da con otros que lo necesitan. Nada nos llevamos a la tumba, por lo cual debemos ser buenos mayordomos.
Por último debemos resaltar el versículo 15 que es el centro del mensaje. La avaricia es un sentimiento anti- ético que mucha gente tiene. El deseo de tener mas es una forma de vida de muchas personas, pues creemos que mientras más tenemos más felicidad tenemos. Jesús le dice a los oyentes que las posesiones que tenemos no son garantías que rigen nuestra vida.
La avaricia es un deseo obsesivo de tener más y más y este sentimiento no es saludable para nuestra vida y no nos garantiza la Salvación. Debemos ser cuidadosos y no dejar que este tipo de sentimientos minen nuestra vida y nos aparten de las personas a quiénes más amamos. Qué el Señor dirija nuestros pasos y no lleve por caminos de solidaridad y hermandad.
M.L. Zaida Lara
Pastora de la IP. Nazareth
Y Congregación Getsemaní
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