La santidad de las personas que hemos creído en Cristo es un camino que implica considerar dos caminos.
Primero, hablar de lo que sabemos y Segundo, testificar lo que hemos visto. Cuando leemos y estudiamos las lecturas bíblicas que corresponden a este domingo de Trinidad podemos mencionar algunas vías que nos llevan a la santidad cristiana.
Frente a la multiplicidad de eventos que hoy ocupan nuestra atención tales como: la Pandemia, los Conflictos bélicos, los enfrentamientos entre pueblos hermanos, las catástrofes naturales, las migraciones inhumanas, las divisiones religiosas, entre otras, nos están gritando que como Iglesia de Cristo debemos estar atentos a esos gemidos. Las frustraciones diarias, las presiones familiares y sociales y los defectos reducen la visión trinitaria que tenemos de Dios.
La Santidad de Dios nos purifica del pecado, limpia nuestras mentes y permite adorarlo y servirlo con un amor recíproco. Si somos fieles y nos arrepentimos podemos tener la certeza de su misericordia para con nosotras y nosotros.
Dios nos dará fuerzas y paz para resistir las tormentas de la vida, como nos dice el Salmo 29: Dios dará poder a su pueblo y bendecirá a su pueblo con paz. Podremos decir como Isaías: Heme aquí Señor, envíame a mí.
Por otro lado, es importante que para hacer realidad la acción del Espíritu Santo, podamos seguir naciendo de nuevo, nuestro caminar cristiano, se hace visible cuando dejamos que ese mismo Jesús que conversó con Nicodemo, pueda seguirnos dando la oportunidad de nacer del agua y del Espíritu, para que el mundo crea. Somos hijas e hijos de Dios, por medio de la entrega de nuestro Señor Jesucristo en la Cruz del Calvario. Nacer del agua como acción limpiadora del Espíritu.
De tal manera que Dios Trino siga haciendo la obra en nosotras y nosotros, renunciando a nuestra comodidad y seguridad, para que Dios pueda seguirse manifestando lleno de gloria, ternura y esperanza. Amén
M.L. Miriam Bracho S.
Comments