Reconocer la llegada del Salvador, es una acción que inspira el Espíritu Santo, en la gente que espera la verdadera Salvación o liberación, reconociendo que la grandeza de Dios es mayor que nuestras pretensiones y posiciones personales.
"El Cordero de Dios", era una categoría teológica y escatológica muy importante en una parte del pueblo que tenía la expectativa de un Mesías liberador para Israel, desde la perspectiva etnocéntrica judía.
Juan anuncia delante del pueblo, la llegada del Salvador, no era que Juan no conociera a Jesús su primo, era que lo estaba reconociendo y proclamando públicamente como libertador del mundo, haciendo trascender el proyecto salvífico de Dios, no ya para un pueblo en particular, sino para toda la humanidad.
Por eso el bautismo ritual de Juan, es sustituido por el bautismo del Espíritu Santo (y fuego) de Jesús, más trascendente y de carácter más universal o incluyente.
La simbología del Espíritu Santo, en este relato evangélico, señala la apertura del proyecto histórico de salvación para toda la humanidad y aclara que es un proyecto teológica, política y culturalmente distinto a un simple proyecto étnico y particular limitado a un tiempo y un espacio y reducido por categorías humanas.
El bautismo de Jesús, debemos hoy interpretarlo como lo concebían los creyentes del tiempo de Juan el bautista, como el inicio de una nueva era de cambios profundos y permanentes en nuestra propia historia humana.
¿Quiénes siguen a Juan el bautista?
Gente como él, pobres, fugitivos, mujeres, niños, niñas, rechazados por la sociedad, en pocas palabras, nuevos actores más allá del templo y de lo social, religiosa y moralmente establecido. Juan mismo, rompe con en templo y con la religión tradicional judía e inicia una nueva espiritualidad, es el precursor de un nuevo orden, un Reformador.
El bautismo, era la segunda gran señal de tres, de la encarnación de Dios en el mundo, siendo la primera su nacimiento y la tercera su crucifixión. La lectura del Evangelio de hoy, nos señala la verdadera misión de Jesús en este mundo, y el rol histórico de Juan, que es prototipo de esa iglesia que está en medio de la dialéctica de la muerte de la vieja espiritualidad y el nacimiento de la nueva manera de ser Pueblo de Dios.
También nos enseña, el bautismo de Jesús en la actualidad, que nosotros y nosotras debemos tener un compromiso sincero (el Bautismo de fuego y Espíritu), que contribuya de manera eficaz con el plan histórico de salvación, que nos permita ser pertinentes en estos tiempos difíciles que como iglesia nos ha tocado vivir en Venezuela y en toda Latinoamérica.
Rev. Obed Juan Vizcaíno Nájera
Pastor.
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