Los evangelios sinópticos nos presentan la Entrada triunfal de Jesús a Jerusalén de formas similares. Según la narrativa de Marcos, Jesús siempre se negó a ser reconocido y a ser proclamado Rey. Sin embargo, en esta última semana, no sólo está dispuesto, sino que prepara todo para entrar como Rey, pero no como el rey que esperaban los judíos, sino como un servidor humilde, dispuesto a reinar en nuestras vidas de una manera diferente y con un reino distinto al acostumbrado.
En primer lugar, para la preparación de este acontecimiento pide prestado el medio que va a utilizar para llegar de una manera distinta a los demás reyes. Cómo pidió prestado el lugar para nacer, las casas donde se hospedaba, el aposento donde celebró la última cena con sus discípulos, dando a entender que no tenía ninguna posesión de la cual presumir. Otro aspecto fue que Jesús le dice a los 2 discípulos que "este pollino nadie lo ha montado" como todo lo que era consagrado para el servicio de Dios. Además, este animal representa a alguien que viene dispuesto a servir, sin ejército, sin armas. Jesús espera que nosotros nos acerquemos a la gente con humildad, sin presumir, ni humillar, ni discriminar sino dispuestos a servir y traer la paz a aquellos que la necesitan.
En segundo lugar, observamos la obediencia de sus discípulos, que fueron a buscar el pollito y lo prepararon para este momento tan importante. Pusieron mantos sobre el pollino en reconocimiento a la realeza de su rey. Es importante que ante el llamado de Jesús seamos obedientes y estemos dispuestos a servirle como el rey de nuestras vidas y que consagremos nuestra vida para su servicio, para su reino de amor y de paz.
En tercer lugar debemos destacar el momento de aclamación y reconocimiento del pueblo a Jesús, con gritos de júbilo y alabanzas que sólo él se merecía, tienden mantos y ramas para dar paso al Señor con todo el honor y Gloria. Lamentablemente no todos los que lo proclaman tenían la misma intención, pues muchos esperaban que Jesús los librara del imperio romano y consideraron está oportunidad, sin entender que Jesús si venía a liberarnos, pero era del pecado, de la maldad que cautiva nuestra vida y que nos hace ser esclavos de nuestro propio egoísmo e indiferencia ante la situación que vive el otro.
La verdadera entrada que Jesús quiere hacer es a nuestras vidas, para cambiarla, para transformarla, como un siervo humilde en un asno para que sigamos su ejemplo. No vino con carruaje y con vestiduras espléndidas de la realeza, sino con ropa sencilla, la misma que usaban los pobres y los humildes. Jesús vino a conquistar nuestros corazones y nuestras mentes con amor, con gracia, con humildad y misericordia.
Su reino, como él lo dijo, no es de este mundo, dónde abunda la injusticia, la indiferencia, la maldad, sino que es un reino de paz, no una paz temporal, que se extingue fácilmente, sino la que perdura por siempre en nuestra vida. Ojalá hoy, con todo lo que estamos viviendo, en una sociedad sufriente, sin esperanza, atemorizados, preocupados y atormentados por la pandemia, la economía y la pérdida de familiares, estemos prestos para que nuestro rey entre triunfante en nuestra vida para mostrarnos ante el mundo con humildad, con amor, con paz y misericordia hacia nuestro prójimo que nos necesita.
Pastora Zaida Lara
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