“Pero sea nuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede” v.37
Parece ser, que todavía andamos como bebés. ¿Y cómo es eso? Pues, porque continuamos tomando el tetero, comida líquida y no sólida. Porque para poder ingerir bien los alimentos, antes, deben ser bien masticados. Si el pedazo de comida es muy grande o muy grueso, nos costaría tragarlo y nos causaría ahogo y hasta asfixia.
Jesús nos sigue recordando cuál debe ser nuestro hablar, pero también; cómo debe ser nuestro actuar, nuestro caminar, nuestro vivir diario. El hecho de que tengamos mucho tiempo en el evangelio, o hayamos nacido en un hogar cristiano, no es garantía de que ya nos hemos graduados y hemos finalizado nuestra carrera. Es decir, que día a día nos toca examinarnos y corregir nuestro andar. Cuando Jesús nos dice en su Palabra, “No matarás…” pero con eso también nos está diciendo: “…que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y le diga: Necio o fatuo quedará expuesto al infierno de fuego” (v.22).
Cuando también nos dice: “No cometerás adulterio. Pero cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (v.28). Porque la desobediencia a los Mandamientos de nuestro Padre, nos trae consecuencias y éstas, significarían perder la vida que Dios quiere para sus hijos e hijas, la vida con la que hemos deseado y estamos esperando.
Cristianos y cristianas que piensan y dicen: “Dios es bueno, Él no castiga, porque Él es amor.” Pero resulta, que en su Palabra dice: “Porque el Señor es fuego consumidor, Dios es celoso” (Deut. 4:24). Entonces opinamos: “No, pero eso está en el Antiguo Testamento”. Ok, pero en el Nuevo Testamento está escrito: “Porque nuestro Dios es fuego consumidor” (Heb. 12:29) Y nos dice también: “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues celoso, y arrepiéntete” (Ap.3:19) ¿De qué nos vamos a arrepentir? De nuestras malas acciones, de las malas palabras, que por cierto, las palabras que a veces usamos (obscenidades, mentiras, maldiciones, malos deseos, amenazas, ofensas, insultos,…) la lista es larga. Con esas palabras no brillamos, no damos la Luz con que Cristo quiere que alumbremos. Dios no quiere que seamos tibios, aparentando ser una cosa y viviendo otra, nos llamamos “redimidos”, “nacidos de nuevo”, pero hablamos y obramos (actuamos) simulando que estamos bien delante del hombre o la mujer, y se nos olvida que aunque podamos ocultar lo que sentimos, ante Dios, no podemos hacerlo. Porque Él escudriña nuestros corazones. Leamos (Heb. 12:9)
Asimismo con nuestra boca nos comprometemos, y le decimos al Señor: Sí, te acepto en mi corazón, sí, te voy a servir, sí, te pertenezco, y tantas otras cosas. Dios quiere que nuestro Sí, sea Sí y nuestro No, sea No. Sí, para obedecerle y No, para rechazar lo que a Él no le agrada. Con la ayuda de Él, podemos vencer. En Filipenses 4:13 nos dice la Palabra “Todo lo puedo en Cristo que nos fortalece” Se refería en esa oportunidad a la situación económica que vivía Pablo, pero podemos aplicarlo a todas nuestras vivencias, a todos los ámbitos de nuestra existencia. ¿Es imposible para nosotras y nosotros porque somos humanos? Tal vez, pero para Dios, nada es imposible. Y mientras que vivamos en esta tierra, hagamos la tarea, luchemos pegaditos a Él. Mientras, todos los días, cantemos y practiquemos esa canción, que le cantamos a nuestras niñas y a nuestros niños “Cuidadito nuestros ojitos lo que ven, cuidadito nuestras manos lo que tocan, cuidadito nuestra boca lo que hablan,… “
M. L. Osdalys E. Francia de Miranda.
Vivamos con un Propósito, y que sea el obedecer y agradar a Dios, que nos ama y nos bendice.
Comentarios