San Lucas 21: 5 al 19.
"En cuanto a todo esto que ven ustedes, llegará el día en que no quedará piedra sobre piedra; todo será derribado". (San Lucas 21: 6).
Muchos templos y congregaciones son tan sólo brillo, piedras y ritos, más allá de sus puertas no hay más que normas y estatutos humanos, que alejan a la gente de una verdadera vivencia evangélica y salvadora.
No hay amor, ni nada de lo que debe ser nuestra predica desde los pulpitos, hemos perdido la unidad y el sentido de cuerpo que debe tener la Iglesia de Jesucristo.
Nuestras iglesias locales están prácticamente vacías y no quieren ver esa realidad, preferimos dejar morir a nuestras comunidades de fe antes que reconocer que nuestro modelo de misión ha fracasado, seguimos adornando informes y estadísticas y no vemos la realidad para rectificar y comenzar de nuevo.
Nos dejamos impresionar por las grandes construcciones o por los números en asistencia de otras congregaciones de otras denominaciones, no nos acordamos que la atención de Jesús está centrada siempre en la gente y no en las cosas inmateriales que muchas veces nos deslumbran y hacen que apartemos nuestra mirada de lo que es verdaderamente importante.
A veces, nos olvidamos de lo que es necesario en nuestro compromiso con Dios y andamos haciendo lo que no es la voluntad del Señor. Imponemos normas que tienen muchas veces más importancia, según nuestro criterio, que la misma Biblia.
Nuestro orgullo y dureza de corazón no nos hace tener conciencia de nuestras equivocaciones o fracasos.
"¡Mira Señor que grandes piedras!", exclaman los discípulos, la mirada puesta en lo material, en nuestra seguridad doctrinal, teológica y litúrgica, esas son las piedras de adorno que se convirtieron en piedras de tropiezo en nuestra experiencia como comunidades de fe.
La Iglesia pasó a ser un adorno más en nuestras vidas, una propiedad, y comenzamos a imponer nuestros criterios personales por encima de la voluntad de Dios o del bienestar de la comunidad de fe.
Perdimos el empuje evangelizador de los primeros tiempos del nacimiento de nuestra iglesia para tratar de alcanzar un status social - cultural que nunca obtuvimos. Fue más importante ser una iglesia de clase media alta que comprometernos con la mayoría de la gente de nuestro pueblo, los pobres de este mundo.
Tenemos en estos tiempos de postpandemia y como Iglesia, un gran reto por delante, construir el Reino de Dios en nuestro entorno y dar respuestas a las necesidades de nuestras comunidades o barriadas, para eso es necesario poner nuestra mirada otra vez en Jesús.
Debemos romper nuestros ídolos y fetiches modernos que no nos permiten ver a Jesús, preferimos seguir confiando en normas, procedimientos, líderes o Pastores o Pastoras. Las piedras en nuestros ojos y en nuestro camino no nos permiten ver el precipicio hacia el cual nos dirigimos a toda velocidad para nuestra propia destrucción.
Debemos comprometernos con la Iglesia a pesar que todo ese conspirar en nuestra contra cómo servidores y servidoras de Jesús.
Él está con nosotros y nosotras, nos defiende y prepara para enfrentar toda adversidad a través del Espíritu Santo.
Jesús nos advierte que tengamos cuidado, que no nos dejemos engañar por aquellos lobos que se presentan como profetas, apóstoles, maestros, predicando un evangelio falso. El verdadero Evangelio es vida, es felicidad, servicio y solidaridad con los más débiles y necesitados, los bienaventurados de Jesús.
El miedo sembrado por lo falsamente escatológico nos hace muchas veces abandonar la fe, el "¿Que pasará?" se ha convertido en más importante que nuestra seguridad de ser salvos y salvas en Jesucristo.
La verdadera enseñanza escatológica de Jesús es siempre esperanzadora, así como la enseñanza profética y apocalíptica también lo es: "..el fin no vendrá en seguida".
El Evangelio no es apariencia, ni subjetividades, es realidad, concreción de la fe, por eso somos llamados predicar con el entendimiento, no con la emoción, por eso nuestra predica está basada en la razón y no en la imaginación o las ideas propias de cualquier charlatán.
Nos dejamos deslumbrar por lo que no es Dios, aunque él mismo camine a nuestro lado, la predicación evangelizadora se ha sustituido por una diatriba escatológica sin fundamento bíblico, pero si cargada de fantasías y manipulación.
Algunas de nuestras congregaciones no son capaces de reconocer sus propias crisis y errores, que necesitan volver a predicar el verdadero Evangelio de Jesús, para llenar sus bancas y sillas, pero prefieren seguir creyendo la fantasía de grandezas pasadas, mucha gente prédica un falso Evangelio de oropeles y adornos.
El texto de hoy en el Evangelio de San Lucas no es desesperanzador, es un texto verdadera y bíblicamente escatológico, no nos deja en la desesperanza, nos da soluciones y fortaleza frente a lo que vivimos como Iglesia y como sociedad en cualquier lugar, tiempo y circunstancia.
No nos quedemos mirando las piedras que se convertirán en ruinas y polvo, fijemos nuestra mirada en la verdadera roca de Salvación, Jesús.
Empecemos a reimaginarnos a la iglesia necesaria y pertinente para estos nuevos tiempos, no sigamos viviendo en el pasado, no seamos cómplices de la muerte de nuestra Iglesia, rectifiquemos de una vez y dejemos nuestro orgullo atrás y caminemos al blanco, a la meta del supremo llamamiento.
El verdadero objetivo de la escatología bíblica es dar ánimo, reavivar la fe y tener esperanza: "Pero no se perderá ni un solo cabello de su cabeza. Si se mantienen firmes, se salvarán".
Rev. Obed Juan Vizcaíno Nájera
Pastor de PIP-MARACAIBO.
Maracaibo - Venezuela
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