En este texto bíblico sentimos y experimentamos bien de cerca que para Jesús la urgencia e importancia sobre la necesidad de salud de la gente le impide quedarse en el cumplimiento de la ley, recordemos que era día sábado y él estaba allí al lado de un hombre ciego de nacimiento. Jesús se acerca a la gente sencilla con sus enseñanzas no sólo de palabras sino con sus acciones concretas, sobre todo, por su actuar transformador y renovador de la vida física, mental, moral y espiritual de las personas enfermas, apartadas y excluidas.
Él es el evangelio, la buena y nueva noticia que se hace realidad en la conciencia, la salud y espiritualidad del pueblo. Tanto es así que los cumplidores de la ley se ven amenazados por aquel hombre del pueblo llamado Jesús. Por eso tratan de impedir su actividad terapéutica y formativa recurriendo a diversas amenazas, persecuciones y hasta intervenciones aparentemente válidas. El mensaje de Jesús hoy nos impacta poderosamente donde somos parte de un pueblo inmerso en sistemas políticos, sociales, religiosos y culturales que a veces siente que no recibe respuestas coherentes con el vivir diario.
La vida no es solo una jornada de arduo trabajo en la que apenas se logra reunir un poco para cubrir las necesidades básicas, ni acudir a un templo a cumplir con la fe, ni apagarse a tradiciones sin reflexionar e investigar sus orígenes. Esclavos, obreros, desempleados, enfermos, y toda clase de angustiados y en conflicto acuden a Él tan pronto cae la tarde, a buscar alivio y consuelo en el evangelio.
Hoy, cuando enfrentamos la crisis del Coronavirus como una plaga que se cierne sobre el mundo, es nuestro deber como creyentes en ese mismo Jesús, compartir palabras y acciones de amor y esperanza con nuestro prójimo aún en medio de nuestras diferencias integrales. Acompañar a esa persona que hoy igual que nosotros, está frente a lo que considera una gigantesca amenaza y se siente ciega, impotente y llena de mucho temor. Al releer el evangelio de Jesús, esta realidad salta de las páginas a nuestra mente y corazón cuestionando la misma realidad que se vive ya en todo el mundo.
Es nuestro deber compartir como Jesús la conciencia de la urgencia del anunciar el evangelio como lo que es: BUENAS NOTICIAS a todas las personas en situación de desesperanza, ansiedad, enfermedad y de no saber que sucederá. Hoy como ayer JESÚS sigue siendo ESPERANZA, CONSUELO, SOLIDARIDAD, COMPAÑÍA, SANIDAD y continua entre nosotros y nosotras expresándonos una palabra de seguridad: HE AQUÍ YO ESTARE CON VOSOTROS HASTA EL FIN DEL MUNDO. Que Dios nos bendiga con su maravilloso y solidario AMOR.
"Cumplamos con las medidas recibidas para protegernos y proteger a nuestro Prójimo"
"Quedémonos en casa siendo muy creativos".
Rvda Elisa de Bulmes
Pastora Iglesia Presbiteriana San Francisco
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