El relato del Evangelio de hoy, no podría ser más pertinente, tomando en cuenta las circunstancias que estamos viviendo en medio de toda esta Pandemia.
El escenario es la tierra de Tiro y Sidón, utilizada por Jesús, en muchas ocasiones, para darse un descanso de la persecución y del ajetreo de todos los días. Eran ciudades con gente de una diversidad de orígenes y nacionalidades, costumbres y religiones, que las hacían prohibidas para los judíos practicantes y ortodoxos.
La misma región utilizada en la antigüedad, en el Antiguo Testamento, por los profetas perseguidos como refugio para resguardar sus vidas. La misma zona en la cual se cuentan ciertos relatos interesantes del profeta Elías.
Jesús y sus discípulos, una mujer Cananea y su hija enferma. Son los personajes de esta historia. Una madre desesperada pide ayuda y sanidad para su hija endemoniada. Muchas enfermedades eran identificadas en aquel tiempo como posesiones demoníacas, al no conocerse su origen y no tener cura posible e inmediata.
-¡Señor, hijo de David!- grita la mujer siro fenicia, revelando así un conocimiento, de Jesús y su Misión mucho más profundo que el que deba tener una persona desconocida. Una frase así, revela que esta mujer, podría ser una seguidora importante de Jesús en estas tierras extranjeras. Jesús hace que no le presta atención, cómo si la ignorara, sigue su camino.
Que está mujer diga que la hija es acosada por un demonio muy malo, resalta que no es un mal cualquiera. Ella amerita la atención directa de Jesús, no de cualquier otra persona.
Sus discípulos reclaman a Jesús, ante los gritos de la mujer le piden que hablé con ella: -"Atiéndela, viene gritando"-. Dicen sus discípulos -"sus gritos pueden delatar nuestra presencia ante las autoridades"-. El miedo se manifiesta en los discípulos o quizás el fastidio, tal vez la discriminación, era mujer y era de otra etnia.
Jesús se detiene, la mujer le alcanza y hace una cosa extraña, se postra ante él y le llama Señor. En ese momento se da un encuentro de culturas, géneros, religiones y costumbres.
La mujer viene a pedir por su hija enferma, atormentada por un demonio. Eso es algo que haría normalmente cualquier madre o padre en el deseo que sus hijos e hijas sanen.
Se da un diálogo en clave:
-"¡No está bien echar el pan de los hijos a los perros!". Parece una expresión dura, discriminatoria, ofensiva, pero el lenguaje era típicamente el lenguaje de la época. "Perros" era la forma como muchos pueblos en la antigüedad definían a quiénes no eran de su etnia o religión. Es necesario resaltar que en ese preciso momento, los perros eran Jesús, sus discípulos y discípulas, que estaban fuera de Judá.
Por eso, es la urgencia de leer el Evangelio con otros ojos, desde otra perspectiva, sobre todo en medio de esta gran Pandemia, para poder tener las palabras y acciones precisas para el mundo.
La mujer no se ofende ni se desanima, argumenta con firmeza: -" ¡Tienes razón, pero también los perros comen de las migajas que caen de la mesa!"-. Sin duda un lenguaje en clave, que solo el y ella entendían y que hace posible el encuentro de dos comunidades proto cristianas que nacían teniendo el origen común de la fe en Jesús, la de los discípulos y discípulas con un grupo de creyentes de otra región, con unas diferencias culturales, religiosas, étnicas y políticas.
¿Que imagen representa Tiro y Sidón? ¿Cuál es el mal? ¿Quién es la hija? ¿Que significado tienen las migajas que caen de las mesas? ¿Que representa el demonio en este relato?
Estas son las interrogantes que deberíamos hacer cuando analicemos más detenidamente este texto bíblico. Hay frases icónicas en el evangelio que revelan algunas claves y pueden revelarnos el verdadero significado del texto, y nos alejan de la interpretación tradicional y simplemente literal de la biblia.
La expresión "Hijo de David", tiene un significado especial a lo largo del Ministerio de Jesús, merece ser estudiada con detenimiento, en diferentes contextos en los cuales la encontramos en los Evangelios.
La respuesta final de Jesús a la mujer es muy significativa: -¡Mujer, tu fe es grande!-. Es un reconocimiento importante a las mujeres, a los extranjeros, a niños y niñas, a los más débiles, señala claramente que la iglesia, para ser necesaria en la actualidad, ha de ser pertinente, diversa, inclusiva, comprometida, igualitaria, tolerante, integradora y universal.
Estas claves de análisis del evangelio y de toda la Biblia nos enseña las diferentes alternativas que tenemos para acercarnos al texto sagrado, más allá de cualquier literalismo y fundamentalismo disociante, especialmente en tiempos de crisis, como los que estamos viviendo en nuestro país.
La Iglesia que sirve, clama a Dios por las dificultades del pueblo y cuida a los más necesitados. Predica el Evangelio con amplitud de criterio, sin prejuicios y con respuestas precisas a los desafíos y necesidades de nuestro pueblo, trascendiendo sus propias reglas y limitaciones, para ser constructora verdadera del reinado de Dios en nuestro Aquí y Ahora: Venezuela.
Rev. Obed Juan Vizcaíno Nájera
Pastor de la Primera Iglesia Presbiteriana de Maracaibo.
16 de Agosto 2020.
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