Juan 1:(1-9),10-18
Cada vez que comenzamos un nuevo año estamos llenos de propósitos, vemos el futuro con deseo de hacer cosas nuevas. Algunos hacen listas de metas, otros tienen símbolos especiales, y algunos sólo guardan en su corazón los deseos para el venidero año. Lo cierto es que ver cambiar el número en el calendario pareciera renovar la esperanza en muchas personas, pareciera que la vida se reinicia y empieza algo nuevo, lo cual sugiere asumirlo con actitudes innovadoras, y dar paso a diferentes transformaciones en todos los ámbitos. Como personas de fe, sabemos que el año cambia, los proyectos cambian, el mundo cambia, la gente cambia, pero nuestro Dios sigue siendo el mismo.
En Juan 1 hay una gran introducción al Evangelio que parece un "trailer", un gran anuncio de una segunda parte de una película, en el que se nos refresca la primera película, recordándonos el orígen divino de Jesús, su proyecto, su destino, su promesa. A través del primer Capítulo de Juan podemos reafirmar que esta divinidad ya estaba presente antes de que todo existiera, y que todo lo que existe es por Él, y que por Él viene un acto de redención para la humanidad. Entre otras cosas, el texto joánico nos quiere confirmar que Dios siempre ha estado con nosotros, y que antes de que nosotros llegáramos ya Él estaba presente y estaba moviéndose en medio de la humanidad para cumplir su misión liberadora.
Ahora que iniciamos un año es propicia la ocasión para reconocer que El Señor es el autor de la Vida y que Él se ha manifestado en la historia con amor por nosotros, Dios ha sido el sustento de generaciones y este año no será la excepción. Pongamos en nuestra lista de metas para el nuevo año acciones que contribuyan a la construcción del Reinado de Dios que anhelamos y queremos. Y nuestro Dios, el mismo que estaba en el principio está ahora, y estará en todo 2022, en eso confiamos.
Pbro. Julio César González
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