Esta semana corresponde estudiar el pasaje bíblico donde Jesús luego de su bautizo se encuentra con un hombre íntegro, con un “verdadero israelita” como él mismo le llamó. En este momento el Maestro se encuentra reclutando a un grupo de seguidores que pasarían a convertirse en primera instancia en sus discípulos y al cabo de un poco más de tres años serían el relevo de su Señor, los encargados de continuar la misión de “acercar el Reino de los Cielos” al mundo perdido, a una sociedad ciega, sin rumbo y con un liderazgo religioso corrupto y divorciado de las necesidades del pueblo. Una élite religiosa que aun cuando tenían sus ojos naturales no percibieron la Luz del Mundo frente a ellos, y no reconocieron al Rey de la Vida, Emanuel, Dios con nosotros.
Ya Andrés y Simón su hermano habían dicho Sí al Maestro. Seguidamente Felipe se une al grupo e invita a Natanael (imagino que emocionado) diciéndole: “Ven, hemos encontrado a aquel de quien Moisés y lo profetas escribieron en la Ley, es Jesús el hijo de José, el de Nazaret”. En otras palabras: ¡Hemos encontrado al Cristo! A lo que este contesta lo que parece algo despectivo e incrédulo: “¿A caso de Nazaret puede salir algo bueno?”. Dando idea de conocer las profecías y la procedencia del Mesías. Y Felipe insiste: “Ven y compruébalo”. Cuando Jesús le ve acercarse y sin cruzar palabra alguna con él. Declara y da testimonio de la integridad de este supuesto desconocido con la expresión: “Aquí viene un verdadero israelita, en quien no hay engaño”. Lo que sorprende sobremanera a Natanael y le pregunta a Jesús: “¿De dónde me conoces?”.
La respuesta de Jesús fue contundente y determinante: “Te vi antes que Felipe te llamara cuando estabas debajo de la higuera”. Estas palabras fueron suficientes para que este hombre común a diferencia de los religiosos del momento, reconociera que Jesús realmente era el cumplimiento de las profecías. No sabemos más detalles de este milagroso encuentro. ¿Qué hacía o qué pensaba Natanael? en ese lugar que indica el Señor. Solo ellos lo saben. Lo que sí está claro es que hubo un encuentro personal con el Hijo del Hombre que le vio mucho antes y le conocía perfectamente. Más allá de la higuera, desde antes de la fundación del mundo.
Hermanos y hermanas, el Señor también nos ve y está atento a nuestras necesidades, no es ajeno a nuestras peticiones, quebrantos y dolores. Siempre ha estado y estará acompañando a su pueblo. En este tiempo de distanciamiento físico y cuarentena, hemos visto su gloria y providencia de manera abundante y maravillosa. Sigamos siendo obedientes y sobre todo agradecidos, atendamos a su llamado confiados como Natanael. Los templos siguen cerrados, pero la Iglesia continúa trabajando desde nuevos escenarios para la Gloria de Dios. Guardemos nuestro testimonio ante Dios y ante los y las demás. Y que el Dios de la Vida también pueda testificar de nosotros que somos verdaderos cristianos y dignos representantes de llevar el mensaje del Reino a un mundo en crisis y atemorizado.
Paz y Bien amados(as), recordemos siempre que: ¡DIOS TE VE Y ME VE! Y eso nos basta para avanzar confiados. Ánimo que falta poco.
ML Carlos Blanco
Pastor Iglesia El Buen Pastor Guarenas
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