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EL RESULTADO DE LAS MISERICORDIAS DE DIOS

Foto del escritor: sinodoipvsinodoipv

ROMANOS 12:1,2


El apóstol Pablo, en su carta a la iglesia de Cristo en Roma, expone la condición, ante Dios, de la humanidad toda. Él le escribe a una comunidad cristiana en la que conviven gentes oriundas de la capital del Imperio de entonces y de sus alrededores, de personas procedentes del pueblo judío (sus paisanos) y de gentes de diversas partes del mundo. Dicho en lenguaje bíblico: judíos y gentiles. Ahí está representada la humanidad toda.



En su carta, Pablo explica que toda la humanidad está sumergida en la desobediencia a Dios, en la idolatría, en la maldad, en el pecado. No hay nadie en la humanidad que pueda presentarse como sin culpa o sin mancha delante del Dios Creador, el cual es Santo y Justo en Sí Mismo. Ni siquiera los judíos, quienes se preciaban de la Ley de Moisés, y por tanto, practicantes de una forma de vida que los hacía justos, según creían, a los ojos del Dios verdadero.


El apóstol, a lo largo de su extensa carta, se encarga de explicar magistralmente, como judíos y no judíos están destituidos de la genuina comunión con Dios en vista de su real condición espiritual y moral ante Él. Pablo explica que el Dios justo ha provisto el medio para que la humanidad recobre la armonía con Él. Cómo cada ser humano puede ser reconocido como "sin culpa" ante la justicia divina. Y no es otra cosa que por la fe en la obra reconciliadora perfecta llevada a cabo a través del Hijo de Dios, Jesucristo. Esto es: por su muerte en la cruz. Ese sacrificio satisface las demandas de justicia que la perfección de Dios requiere. Asumir por la fe que Dios proveyó ese medio de reconciliación, "justifica" al humano pecador ante Dios; lo reconcilia con Él. Establece un estado de comunión con Dios, quien perdona los pecados del transgresor a cuenta del que murió en la cruz, para pagar el precio del pecado de cada ser humano. Es decir, para satisfacer la demanda que la justicia de Dios exige. En fin, Dios ha tratado a la humanidad con gracia y misericordia. Ha tenido misericordia de la condición en la que se encuentran judíos y gentiles. Los judíos son llamados a reconciliarse con Dios por la misericordia que el Dios que invocan ha tenido con ellos, en Jesucristo. Y, del mismo modo, los no judíos son también llamados a reconciliarse con Dios, a quien pueden conocer por medio de Jesucristo, por la misericordia que ha tenido con ellos. Así es, Dios ha tenido misericordia de todos.


Una vez que el Apóstol se ha explayado en consideraciones acerca de la fe, la justicia, el perdón y la sabiduría de Dios nos señala lo que debería ser la consecuencia lógica de ese proceder de Dios, en la vida de cada persona. En el capítulo 12 de esta carta, en el versículo 1, se dice: "Así que, hermanos, yo les ruego, por las misericordias de Dios, que se presenten ustedes mismos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. ¡Así es como se debe adorar a Dios! Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto" (RVC)


Ya hemos dicho que todo el bien que Dios ha provisto para la humanidad es gracias a sus misericordias: la que tuvo para con los judíos y la que tuvo para con los gentiles. Pues bien la respuesta de cada ser humano ante este acto de salvación divina, es agradecer con una vida en entrega absoluta al querer de Dios. Pablo lo ilustra como un acto de sacrificio voluntario y gozoso, en reciprocidad de amor. Un dicho de nuestra cultura local dice: "Amor con amor se paga". Es algo lógico. Lo recomendable entonces es dedicar la vida a conocer, entender y vivir en la voluntad (el querer) de Dios, al mismo tiempo que nos vamos apartando de los criterios que los sistemas de pensamiento y vida del mundo en que vivimos nos ofrecen, a lo largo de los tiempos. A eso, Pablo lo llama la renovación de la mente: Nueva visión de la vida, nuevos principios, nuevos valores, nuevas formas de juzgar lo que acontece, nuevos sentimientos, nuevas disposiciones para con el prójimo y para con uno mismo. En una frase: vida nueva, que imita el modelo que el mismo Jesucristo, el Hijo de Dios, nos legó. La nueva vida de comunión con Dios y de reconstrucción de la vida personal es el resultado de "las misericordias de Dios"


¡A nuestro Dios sea la gloria ahora y siempre!


Rev. Valmore Amarís

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