El texto bíblico que corresponde para esta semana, es considerado por muchos estudiosos como uno de los más difíciles porque da la impresión que Jesús aprueba la conducta injusta e inmoral de uno de los personajes (el mayordomo) que interviene en la parábola que en esta ocasión el Señor narra a sus discípulos. Nada más cierto ya que hemos visto en los capítulos anteriores el énfasis del Maestro en enseñar y modelar a los futuros apóstoles los valores y principios del Reino: Amor a Dios y al prójimo, unidad, humildad, perdón y servicio. Entre otros.
La historia cuenta de un hombre rico que tenía un mayordomo (un gerente a cargo del dinero o de sus propiedades). Este escuchó que su administrador lo había engañado malgastando sus bienes y lo llamó a que rindiera cuentas. Lo cual indicaba que aquel funcionario había perdido la confianza de su amo y por ende también el trabajo. El amo le pide cuentas y le comunica que ya no será su administrador. El mayordomo se preocupa, PERO NO SE ARREPIENTE y se pregunta: ¿Qué haré si me despide mi amo? Da la impresión que no sabía realizar otra actividad diferente a lo relacionado con las finanzas y administración. Y decide buscar a los acreedores de su amo y les hace una propuesta deshonesta que consiste en reducir casi a la mitad la deuda de cada uno con montos menores de lo que realmente debían. Procurando la amistad de estos para que cuando fuese echado por estafador: “me reciban en sus casas” (v4).
El verso (8) para asombro de muchos declara que el amo alaba esta acción de siervo injusto por actuar sagazmente, aun cuando que con esta acción no está buscando al menos salvar parte de lo que debían a su amo sino su bienestar personal en un futuro al ser despedido. Y termina Jesús diciendo: “porque los hijos de este mundo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz." En otras palabras que los que pertenecían al mundo eran más listos que los que pertenecían al reino de la luz.
Y acá esta una buena enseñanza, no que seamos deshonestos como el mayordomo sino que seamos sabios y astutos en la administración de todo los que el Señor ha puesto en nuestras manos (tiempo, recursos, finanzas, familia, ministerios, dones, talentos). Ya que en un tiempo no muy lejano TODOS DEREMOS CUENTA a nuestro Amo y Señor. Y si en lo poco somos fieles en lo mucho también lo seremos. También se reafirma lo ya estudiado en el cap. (12) en cuanto al hacer tesoros en los cielos cuando leemos las palabras de Jesús en el v.9: “Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas terrenales, para que cuando estas falten, os reciban en las moradas eternas." Así como el mayordomo se había valido de estrategias para ganar amigos, ellos debían utilizar las suyas para llevar a otros a difundir el mensaje del Divino.
Al final del texto se hace referencia nuevamente al amor a Dios y a las riquezas. Hay una disyuntiva taxativa: “…No podéis servir a Dios y a las riquezas." Las riquezas mal administradas pueden condicionar las motivaciones y afectar las relaciones familiares y de amistad. Pueden consolidar la naturaleza egocéntrica, insensibilizar y frustrar los ideales de la persona. No son un fin en sí mismas, son más bien medios o instrumentos que debemos USAR O ADMINISTRAR CORRECTAMENTE a favor de la misión de la Iglesia. Jesús debe ser el dueño, centro y Señor de nuestras vidas.
ML Carlos Blanco
IP “EL BUEN PASTOR”- Guatire
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