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EJERCITANDO EL PERDÓN SANADOR

Foto del escritor: sinodoipvsinodoipv



Mateo 18:21-35


Un pasaje muy leído he interpretado muchas veces de diferente manera, seguir a Jesús no lleva a retos de comprender lo que significa ser iglesia incluso en los contextos que hoy estamos viviendo, como se define comunidad en términos del perdón, la humildad, la tolerancia y el servicio.


En la primera parte hay un debate acerca de cómo resolver las situaciones cuando las relaciones comunitarias son ofendidas por quienes son parte de ella. También se habla de cómo debe ser el camino hacia la reconciliación y el perdón entre las partes. Pedro lanza una pregunta, la respuesta de Jesús refleja el carácter del perdón divino creando las condiciones para un nuevo modo de vida: «No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete». El énfasis no está en la cantidad de veces en que se nos dice que debemos de aguantar las ofensas de otras personas sino en el asunto de la extensión de este como una marca distintiva de la nueva comunidad de quienes han aceptado seguir a Cristo.


En la segunda parte el mismo ejemplo se ilustra mediante una parábola. Allí observamos cómo Jesús responde pacientemente a quienes han contraído una deuda espiritual. Siempre de espera que en el discipulado imitemos el modo en que Dios es. Sin embargo, el personaje central a quien le es perdonada una deuda de más está decir impagable, no es capaz de hacer lo mismo con quien le debe mucho menos. La tentación que tenemos es creer que podemos juzgar a las demás personas cuando en realidad tenemos una deuda impagable e infinita con Dios.


Ambas partes, tanto la respuesta a Pedro como la parábola, nos invitan y reta a reflexionar sinceramente acerca de aquellas personas con quienes hemos tenido malas experiencias y aun cuando pasa el tiempo, no hemos dado los pasos afirmativos buscando la reconciliación. Tal vez, debemos analizarnos si tenemos sentimiento de superioridad moral o no creemos que Dios dejaría a las noventa y nueve ovejas para ir a buscar a esta contra la cual guardamos resentimientos y no hemos sabido perdonar.


Debemos y estamos llamados a reflexionar sobre las razones que nos impiden superar la ofensa mediante el ejercicio del perdón sanador, restableciendo canalés de sanidad y sobre las razones que nos impiden ser la Iglesia de Jesucristo, que necesite ser sanada y perdonada en todos los sentidos.


Rev. Zulema García de Rojas

Pastora Presbiteriana

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