Hemos vivido este año litúrgico en medio de una pandemia y en medio del inicio de la “nueva normalidad”, cada domingo hemos sido guiados por el evangelio a reflexionar en torno al plan de Jesús y su mensaje de buenas nuevas para nuestras vidas, aquí y ahora. El año litúrgico cierra con la celebración de Cristo Rey, en la que proclamamos rey a Cristo, a El Señor, al carpintero de Nazaret, a quien hemos visto anunciar su Reino y misión durante todo el año, un año de transformación para el mundo entero.
En el evangelio de hoy Jesús está en un interrogatorio ante Pilato (Juan 18:33-37), Jesús es interpelado con la pregunta ¿Eres tú rey?. Pilato y Jesús, personajes protagonistas de este fragmento del evangelio, son representaciones de dos ideas de reino diferentes. Pilato concibe el reino como el poder político romano, no hay otro reino para Pilato, él necesita saber si Jesús es rey y representa una amenaza para ese poder. Por su parte, Jesús tiene un ideal de Reino que está fuera de la idea de Pilato, “un Reino que no es de este mundo”, es un Reino que está fuera del ideal político hasta ahora conocido, no tiene riquezas materiales, espacio geográfico, soldados de guerra, entre otros elementos fundamentales de un reino. Parece que en la conversación de los dos protagonistas hay una disonancia, hay conflicto entre ideales.
Jesús y Pilato siguen representados en la vida política del mundo. Siguen existiendo los reyes que manejan ejércitos, riquezas, imagen pública, son quienes aman el dinero por encima de la humanidad, son quienes destruyen la tierra, niegan los derechos a las personas, construyen muros y matan sin piedad; en medio de este panorama que gobierna, está sembrado un proyecto de un mundo distinto, que no es una subjetividad de un “mañana” o de un “más allá”, sino una necesidad de que sea “aquí y ahora”, una forma de vida armoniosa, con derechos para todas las personas, con dignidad para la Tierra, con vida abundante para todo lo que Dios ha creado. Muchas/os han sido mártires de este proyecto, pero es Jesús quien nos convoca a ser partícipes de su ideal, el cual no es compatible con el modelo que hoy impera, sino que exige transformación para dar paso a la vida nueva y plena.
Jesús es Rey de este proyecto de vida, aunque su testimonio está lejos de esa terminología de “reinado”, “rey”, “reino”, (sin abandonar su dimensión mesiánica) Él es modelo e inspiración para una comunidad que anhela construirse en medio de condiciones de justicia y paz; sigamos construyendo la “comunidad de Jesús” en el mundo, esa es nuestra misión, a eso hemos sido llamadas/os.
Julio César González
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