Desde hace dos semanas, hemos escuchado en las reflexiones dominicales, el llamado del Señor invitando a su Iglesia a reconocer que sin Él nada somos, a ser compasivos, misericordiosos, pacificadores, mansos y humildes. El domingo pasado nos recordaba quiénes somos (identidad) y el lugar donde debemos ubicarnos estratégicamente para ser más efectivos a su servicio.
Esta semana continúa con las relaciones interpersonales y las coloca en un lugar de prioridad por encima de las ofrendas y o el servicio. Jesús, evocando la ley dice que no solo es un delito maltratar, o asesinar a una persona. Sino que el solo hecho de enojarse y proferir palabras ofensivas contra una persona acarrea consecuencias negativas. Por muy difícil que sea la situación con el prójimo, se debe buscar la manera de remediar cualquier diferencia o aspereza.
Toca también un tema algo controversial como lo es el divorcio y da a entender que hay una justificación para el mismo. Por último, considera lo importante de ser hombres y mujeres de palabra. Que nuestro si sea si y nuestro no sea no, sin caer en juramentos innecesarios.
Si observamos con detenimiento, vemos cuán importante son para Dios las relaciones interpersonales saludables en la familia y por supuesto en la iglesia. Por tal razón el Señor dijo en una oportunidad: “En esto conocerá el mundo que son mis discípulos. Cuando se amen los unos a los otros."
ML Carlos Blanco
IPBP - Guatire
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