
En el texto encontramos uno de los eventos más relevantes de la historia del naciente cristianismo. El primer encuentro entre Juan el Bautista y el Maestro Jesús. Allí se muestra la paradoja del bautizo. Un dilema al que Jesús resolvió, afirmando la justicia “así conviene que cumplamos toda justicia” (v. 15). Es también una ocasión manifiesta del fuero divino, del cual está investido Jesús, según se indica en v. 17 …hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”.
Más aún, una vez bautizado. Véase v.16 “…los cielos fueron abiertos y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él”, Una vez investido, a través de bautizo, se da inicio a su rol redentor. El escrito es punto de partida, que muestra a Jesús entrando en la escena histórica de su ministerio, según se evidencia a lo largo del evangelio, el mismo es resaltado por Mateo cap. 23:39 “Bendito el que viene en el nombre del señor”. Sin duda más tarde Juan el evangelista ratificaría, con su destacada afirmación, expuesta en cap. 1.14-15“…. el Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros (y tuvimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. Juan dio testimonio de él y clamó, diciendo: Este es aquel de quien yo decía: El que viene después de mí es antes de mí, porque era primero que yo.”
Éste es el telón que abre la configuración de la gracia divina, que habría de impactar el destino de la humanidad entera, y que el apóstol Pablo explica de manera suficiente en Filipenses cap. 2: 5-8.
Pastor Alberto Villarroel
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