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SAL Y LUZ Mateo 5:13-20

Foto del escritor: sinodoipvsinodoipv

Los versículos del Evangelio para hoy se dan en el contexto del Sermón del Monte. Jesús dirige estas palabras a sus discípulos y a la multitud reunida. Utiliza dos metáforas en esta predicación: la sal de la tierra y la luz del mundo. Finaliza esta sección con enseñanzas sobre la ley y su permanencia. Veamos la importancia de estas lecciones y su aplicación para nosotros hoy.

1. “La sal de la tierra”: En la época de Jesús, cuando no había neveras ni congeladoras, sobre todo durante los meses de calor--que podía ser muy fuerte—la manera de preservar los alimentos, carnes, pescado, y otros de la putrefacción era salándolos. Aún hoy en día es famoso el pescado salado. Por tanto, la sal es símbolo de pureza. Además de su propiedad preservativa, y no menos importante, la sal da sabor a los alimentos.

La sal era muy valiosa en todo el mundo antiguo. Se utilizaba como forma de pago e intercambio o trueque con otras mercancías. De la palabra sal viene la palabra “salario”, ya que se pagaba a los trabajadores por sus labores, con sal.

También hay que señalar, que la sal tiene propiedades antisépticas y medicinales. Con todo, señala Jesús, si la sal se daña o echa a perder, si pierde su sabor, no sirve más para nada.

2. “La luz del mundo”: la metáfora de la luz aparece en numerosos pasajes de las Escrituras. Cristo mismo se presenta como la luz del mundo. La luz alumbra, ilumina, echa fuera las tinieblas, esclarece. Es evidente que la luz tiene que iluminar de veras, no puede estar encerrada o escondida.

Ahora bien, Jesús les dice a sus seguidores y también a nosotros, que somos la sal de la tierra y la luz del mundo. Estas aparentemente sencillas metáforas tienen ricas implicaciones que vamos a considerar.

-“Vosotros sois la sal de la tierra”: El cristiano está llamado a ser sal que preserve a la sociedad de la corrupción en todas sus formas, corrupción en el trabajo, en las empresas grandes y pequeñas, corrupción en todas las instituciones, privadas o gubernamentales, corrupción en los gobiernos y en la oposición a los gobiernos. El robo, la trácala, la malversación de fondos se da en los regímenes de derecha, como en los de izquierda. En el seno mismo de las iglesias hemos constatado que se han dado casos de corrupción, cuando “la sal evangélica ha perdido su sabor”. Además, así como la sal da buen sabor a los alimentos, el testimonio del cristiano como sal de la tierra hace que la vida humana sea “sabrosa”, llena de “buen gusto” y auténtica alegría. Somos llamados a ser la sal de la tierra, pero cuidado, si la sal se daña o echa a perder, si pierde su sabor, no sirve más para nada.

-“Vosotros sois la luz del mundo”: El cristiano está llamado a ser luz en medio de las tinieblas, de la oscuridad de un mundo lleno de inmoralidad, de injusticias, de racismo, de machismo, de opresión y dominación de unos pocos poderosos hacia las grandes mayorías de pobres, dominación ejercida por los grandes imperios hacia las naciones pequeñas y débiles por medio de la explotación de sus recursos naturales, de bloqueos inhumanos que matan de hambre y enfermedad a los desvalidos, por medio del asesinato de los líderes de las naciones que luchan por su liberación, por medio de la violencia y la guerra. Como cristianos, en el mundo donde Dios nos ha colocado, hemos de dejar que nuestra luz, que es la luz de Cristo y su Evangelio, ilumine y eche fuera las tinieblas. “Así alumbre vuestra luz delante de las personas para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.

Jesús y la ley: si bien entendemos por la teología bíblica en general, especialmente la del Nuevo Testamento, que el cristiano se mueve en el ámbito de la gracia, sería un error pensar que dicha gracia, manifestada excelsamente por Jesús el Cristo, ha abolido la ley de Dios. Antes por el contrario, Jesús es el cumplimiento de la ley. Como cristianos no podemos obviar la vigencia de la ley, pero sólo podemos intentar cumplirla por gracia, aferrados al amor y la misericordia de Dios. Sólo así será nuestra justicia “mayor que la de los escribas y fariseos”.

Rev. Edgar Moros Ruano

Ankara, Turquía, 9 de febrero de 2020




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