Reflexión: Mateo 21:33-46
En este pasaje Jesús continúa el diálogo con los sacerdotes y los ancianos, quienes esperaban una respuesta del Señor acerca de su autoridad. Jesús los confrontó y los desestabilizó con la primera parábola, dónde tuvieron que responder en contra de ellos mismos. Aquí pasa algo similar, dónde el Señor nuevamente recurre a una alegoría. En esta ocasión Jesús apela al cumplimiento, responsabilidad y obediencia de estás autoridades que creen estar por encima de todo y de todas y todos. Sigue Jesús haciendo referencia a la actitud que tenemos con aquellos a quien Dios envía.
Siempre se ha interpretado está parábola como una referencia a Israel y su actitud frente a Dios y a sus enviados. Israel no ha sabido valorar lo que Dios ha hecho por ellos y su desbordado amor en favor de ellos. No sólo le envió profetas y líderes, sino a su propio Hijo y a todos mataron, humillaron y desobedecieron. El Señor quiere hacerle entender a estos hombres que no merecen tanto amor y sacrificio, porque han sido improductivos, Dios esperaba más de ellos, porque le preparó todo y le dió las herramientas y se adueñaron de todo.
¡Dios hizo todo y bueno en gran manera! nos dejó a nosotros como administradores, como responsables. Dios ha puesto en nuestras manos una obra que le pertenece, cada niña, niño, adolescente, joven, adulto, anciano, personas en estados de vulnerabilidad y que somos responsables de entregar una obra con buenos resultados cuando el Señor, Padre de esta gran familia, nos pida cuenta. ¿Acaso actuaremos de la misma manera que estos labradores? O quizá ya lo hemos hecho, cuando no somos capaces de atender, principalmente nuestra casa, el planeta, que cada vez más va en deterioro por nuestra culpa, que nuestra familia va cada vez más destruyéndose y no hacemos nada, que nuestras niñas, niños y adolescentes sean maltratados y no alzamos la voz, que jóvenes no tengan espacios en nuestras iglesias para atenderlos, que adultos y ancianos sean abandonados a su suerte.
Es necesario que reflexionemos y si Jesús nos pregunta: ¿qué hará el dueño cuando venga? ¿Aprobará nuestra labor? Esperamos que sí, que no nos hagamos dueños de lo que Dios nos ha dado y entreguemos a él lo que le pertenece. Todo, Dios nos lo ha dado para nuestro bienestar, no dejemos que nos quite y ponga a otro que verdaderamente valore lo que Dios le ha dado. ¡Qué Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo nos ayuden a cumplir con nuestra Misión y ser agradecidos! Bendiciones infinitas.
Revda. Zaida Lara. Pastora de la I. P. Nazareth y Congregación Getsemaní.
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