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PRIMER DOMINGO DE CUARESMA

Foto del escritor: sinodoipvsinodoipv

En el Evangelio de Marcos 1, del 9 al 15, nos habla del momento en que Jesús es bautizado por Juan. Y en ese momento especial, muy especial, cuando salía del agua, se oyó una voz del cielo que decía, tú eres mi hijo amado, en ti tengo complacencia. Y luego el Espíritu Santo me dijo, ¿qué es lo que te ha hecho? Y el Espíritu Santo en forma de paloma descendió sobre Jesús para darle mayor realce a la significación de Jesús en medio de los hombres. Pero inmediatamente el Espíritu impulsó a Jesús a ir al desierto. En ese momento Jesús no hacía otra cosa que lo que había leído. Y en ese momento Jesús no hacía otra cosa que lo que había leído. Y en ese momento Jesús no hacía otra cosa que lo que había leído. Y en ese momento Jesús no hacía otra cosa que lo que había leído. Él también estuvo pensando en lo que tenía que hacer para ayudar al prójimo. Porque son tres cosas fundamentales en la vida de todo aquel que se acerca a Dios. El primero, buscar a Dios, oír su palabra. Y cómo la oímos si no buscamos leerla, si no buscamos atenderla, si no buscamos aprenderla. Y cómo la oímos si no buscamos aprenderla, si no buscamos aprenderla. La palabra de Dios es como el pan de vida. Es el pan, la comida, el alimento, alimento continuo y permanente para nuestras vidas. El que no come se muere, se deshidrata y adiós luz que te apagaste. Así es en la vida espiritual. El que no se alimenta de la palabra de Dios nunca podrá estar fuerte. Nunca podrá. Nunca podrá defenderse de las acechanzas del enemigo. Lo segundo es la oración. La oración constante. Una y otra vez Jesús nos decía, orad sin cesar, orad sin cesar. La oración debe ser permanente en la vida del cristiano. La oración es como el respirar. Es llenarnos. Es llenarnos. En cada impulso que tomamos el aire que lleva nuestros pulmones, el oxígeno para que circule por todo el cuerpo y no se gangrene. El que no ora es un ser gangrenado espiritualmente. Porque no respira. Porque no se dirige, porque no va a salir, porque no ha sido nuestro hermano. Porque no está viviendo. Por eso la oración es indispensable. Orar, orar sin cesar. Y el tercero es el amor, el vínculo del amor. Jesús fue al desierto a pasar hambre, a pasar sed. A comer hambre, tener a todas esas fieras que hay en los desiertos, acechándola y estando con él, no por gusto. Una vez más se muestra el amor de Dios y el amor de Jesús hacia nosotros. Por amor a nosotros, Jesús fue a prepararse para luego de estar lleno de la palabra, de estar lleno de la oración, poder compartir con cada uno de los que se le acercaba la acción de amor, dirigida en sanidad, dirigida en la expulsión de demonios, dirigida en la palabra de consuelo, dirigida en la acción de resurrección de muertos. Todo eso se lo dio a Jesús, y se lo dio a Jesús. Y lo que se logra es cuando hay amor de por medio. Y la Biblia nos enseña que la máxima expresión de Dios fue Jesús, y la máxima expresión del amor es Jesús. Sin Jesús no somos nada. Por eso, hermanos, llenémonos día a día de la palabra de Dios. Día a día oremos sin cesar, y día a día veamos a nuestro alrededor, al pobre, al necesitado, a nuestro prójimo, a nuestro hermano, a nuestro familiar, a aquellos que están más cercanos, aquellos que nosotros decimos que amamos, a ellos debemos llevarle la palabra de Dios como una acción de amor. Que el Señor me los bendiga.



Pastor Lubin Marín

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