Evangelio de Juan 20:19-31
Dando continuidad al texto del domingo pasado, Juan nos narra que el mismo día de la resurrección por la noche, los discípulos se encontraban escondidos, encerrados por miedo a las autoridades judías. Jesús entra a aquel lugar en donde reina la tristeza, el desconsuelo, la incertidumbre y se hace presente en medio de aquel grupo de sus seguidoras y seguidores. Su cuerpo ha sido transformado, sin embargo, puede ser reconocido al observar sus heridas y al escuchar su voz.
El texto de Juan, nos permite resaltar cuatro elementos que consideramos importantes para la vida del creyente y la vida de la comunidad de fe.
El primero elemento, es la expresión de Jesús al saludarles: ¡Paz a Ustedes! Ante esta grata y sorpresiva aparición, quienes estaban presentes se llenan de gozo, se alegran al saber que Jesús ha cumplido su promesa de no dejarles huérfanos. Es pertinente planteamos aquí, dos formas para entender el concepto Paz. Desde la visión romana, la Paz es la podemos entender, como la que se sucede en los sepulcros, la que es impuesta por las armas y el sometimiento. Este tipo de paz, revela muerte. Desde la visión bíblica el concepto Paz contiene un gran significado, tal como lo es el bienestar total o integral, que procurar la dignidad y restauración de toda la creación y de manera especial, la del ser humano.
En este momento crucial, en el cual Jesús se les presenta, tenían miedo y Jesús les trasmite confianza, seguridad. Tenían angustia y les da calma, tranquilidad. Sentían frustración y los llena de esperanza. Con su saludo, Jesús transforma ese espacio de oscuridad en un lugar lleno de luz y de vida.
El segundo elemento, es la acción de Jesús cuando sopla sobre ellos el Espíritu Santo. Este hecho nos recuerda el relato del Génesis en donde Dios sopla dentro del ser humano, aliento de vida. Ese mismo Espíritu lo vemos actuar en la vida de los patriarcas y de los profetas y en el derramamiento en Pentecostés, a fin de dar fuerza y poder para actuar. De igual forma, ese mismo Espíritu, nos ha sido dado a cada persona que cree, tal como lo afirma Pablo en Efesios 1:13-14, cuando expresa que desde el momento de creer se recibe el sello del Espíritu Santo y es a través del mismo Espíritu, que recibimos el don de la Fe (1ª Corintios 12:8).
El tercer elemento, es el Envío. Jesús les dice a sus discípulos “Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes”. Es decir, Jesús vino a cumplir su misión con la autoridad que le confirió el Padre y Jesús a su vez, transfirió a su discípulas y discípulos la misma autoridad, para que testificaran de su Resurrección. Envío, que con autoridad nos ha sido transferido para que continuemos testificando de la Resurrección y sembrando el Reino de Dios sobre la tierra. Así mismo, dando razón de nuestra fe, a través de acciones que se parezcan a las de Jesús, acciones que dan vida.
El cuarto elemento, contiene una Bienaventuranza. “Dichosos los que creen sin haber visto” felices quienes creen en la resurrección de Jesús “sin haberlo visto. Hebreos 11:1, nos recuerda que la “Fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve”. Es decir que hay mayor gracia para quien sin verle, tocarle o escucharle físicamente cree y que esto, sucede no por capacidad humana, sino por el don de la Fe, a través del Espíritu Santo.
Este suceso narrado por Juan desde su intencionalidad teológica y lleno de simbologías, nos permite afirmar que, si en nosotras y nosotros hay temor, angustias, frustración, incertidumbre, desesperanza, ya sea en lo personal, familiar y social, el Señor hoy sale a nuestro encuentro y nos dice ¡Paz a Ustedes! No estamos solas ni solos, el Señor no nos ha dejado huérfanas ni huérfanos, y tal como lo hizo en aquel momento, está dispuesto a depositar en nosotras y nosotros el Espíritu Santo, para darnos vida abundante. Al igual que a Tomás, continúa dándonos pruebas fehacientes de su resurrección y la certeza, que Él habita en nuestro medio. Todos estos elementos antes mencionados, conllevan la responsabilidad de asumir el compromiso de proclamar la Resurrección de Jesús y trabajar hasta que el Reino de Dios abarque toda la tierra.
¡Que el amor y la justicia integral, engendren la verdadera Paz!
Rvda. María Jiménez de Ramírez
Pastora Iglesia Príncipe de Paz-Caracas
07 de marzo 2024
Commentaires