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Lectura: Mateo 10:40-42.

Foto del escritor: sinodoipvsinodoipv

“Y cualquiera que dé a uno de estos pequeños un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa “ v.42

La tarea que se nos encomendó como cristianos y cristianas, es ser portavoces de Jesús, es decir; debemos expandir las buenas nuevas de salvación a todas las personas. ¿A quién le corresponde hacerlo? A los que hemos recibido a Jesús como Salvador y permanecemos en sus caminos. Hay quienes creen que sólo deben hacerlo los evangelistas, pero todos y todas estamos llamados y llamadas a cumplir con esa misión.

¿Cuál es el propósito de Dios en todo esto? “… Que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento “ como dice 2 Pedro 3:9. Ya que en cuanto todos pecaron, están destituidos de la gloria de Dios, y solo son justificados por medio de la fe en Jesucristo, porque somos los encargados de hacer que nuestro prójimo conozca al único Dios verdadero, que ellos se acerquen y lo reciban en sus corazones. Entonces debemos ir, a llevar ese mensaje y las personas que nos reciban, lo oirán y recibirán a Dios y además, serán recompensadas, como dice Mateo 10:40-41.

El versículo 42 dice “ Y cualquiera que dé a uno de estos pequeños un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa” Estos pequeños, a los que se refiere Jesús, son los discípulos, los enviados a predicar, a sanar a los enfermos y liberar a los cautivos espirituales, son los enviados para proseguir las enseñanzas y la misión del Señor. Las bendiciones de Dios, son las recompensas, para los que dan aunque sea un vaso de agua fría, hospedaje o abastecimiento a los discípulos.

Podemos recordar a la viuda de Sarepta en 1 Reyes 17:8-24, que aún sin tener alimentos suficientes, no escatimó, y le dio agua y pan a Elías, y fue enormemente bendecida, nunca más le faltó harina y aceite. De igual manera sucedió con la mujer sunamita en 2 Reyes 4:8-37, le dió alojamiento y alimento a Eliseo, y fue compensada con lo que ella más deseaba, un hijo que no había podido tener. Ambas mujeres, fueron bendecidas porque los dos hijos de ellas murieron y Dios les dió nuevamente vida.

A los que reciben el mensaje salvífico a través de los hijos de Dios, reciben a Jesús y también al Padre, a los que reciben a los discípulos (profetas, justos, pequeños) y además le prestan servicio, serán retribuidos con diferentes bendiciones, entre ellas, la bendición de vida abundante y vida eterna.



Pastora Osdalys E. Francia de Miranda.

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