En este 2do. Domingo de Cuaresma continuamos ese camino del Señor a la cruz, muestra del más grande y puro amor. La Cuaresma, camino nada fácil es inspirada en esos 40 días de Jesús en el desierto donde es tentado por el maligno. Es el tiempo Litúrgico de preparación que nos lleva a la celebración más importante de la Iglesia: La Pascua. Su victoria ante la tentación a la que fue objeto en ese lugar presagiaba su victoria contundente ante la muerte y el pecado en el Calvario.
El ministerio público del Señor se desarrollaba de manera poderosa. La fama de Jesús aumentaba cada vez más. Los discípulos vivían un ensueño al pasar de ser unos desconocidos a formar parte del equipo de hombre del momento. La élite religiosa desconcertada con la llegada de aquel que ya muchos reconocían como El Mesías lo cual les causaba gran desprecio. Y es en este momento del ministerio del Señor cuando sorprende a todos con que era necesario que “el Hijo del Hombre padeciera mucho, y fuese desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y sea muerto, y resucitara después de tres días.” Anuncio seguramente sorprendente para sus discípulos en función de la idea que ellos tenían sobre Jesús como su libertador. Pero los caminos y los pensamientos del Señor son diferentes a la lógica humana, como lo dice el profeta Isaías.
Con este anuncio acerca de su muerte, el Maestro les presenta la estrategia divina para el establecimiento de su reino, y cualquier intento de evitarlo, sería algo totalmente contrario a la voluntad del Padre. Por tal razón reprende contundentemente a Pedro lo cual serviría de escarmiento también a los demás. Muchas veces nos dejamos llevar por las emociones, necesidades e intereses personales. Y actuamos como Pedro. Cuando conocemos a Jesús asumimos que él es el Señor nuestras vidas, y que debemos negarnos a todo pensamiento o acción fuera de su voluntad. Esto es morir a nosotros mismos y tomar la cruz como dice el texto leído.
Jesús siempre fue claro con la multitud en palabra y conducta. Desde que escogió y llamó a los discípulos, les dijo que las tentaciones y las aflicciones estarían presentes en sus vidas. Que era necesario ir a la cruz como parte del Plan Divino, pero que confiaran, que no estarían solos porque Él les acompañaría siempre, pues les sería enviado El Espíritu Santo. Esas s se repiten hoy a la Iglesia del Señor. NO estamos solos, el Señor va con y dentro de nosotros. Seamos humildes, obedientes. Nos invita a llevar la Buenas Nuevas con orgullo hasta la muerte si es necesario, porque Jesús ya lo hizo pos nosotros.
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