La parábola de la higuera, relatada en el libro de Lucas 13: 6-9. nos invita a reflexionar. El viñador al visitar su plantación, luego de tres años encontró que no había frutos. Instruye a cuidador del viñedo, cortar el cultivo. Pero la experiencia del cuidador, le sugiere al viñador, no cortar las plantas. El pide remover la tierra y mezclar con abonos, para recuperar la plantación. Una decisión inteligente. Las plantas necesitan ser aporcadas, cuidadas para que puedan dar frutos. La maestría del cultivador nos dice que la prudencia y el conocimiento del cultivo, es necesario para la vida. Dar oportunidad y brindar los cuidados necesarios a las plantas, nos invita esperar la llegada de los frutos. Los viñedos se visitan y se cuidan todos los días. Ir una vez, cada tres años, es una muestra de abandono, que no asegura frutos de ningún tipo y pone en riesgo la cosecha. No cortemos con ligereza las plantas, demos los cuidados necesarios, aprendamos a cultivar y esperemos con prudencia la llegada de los frutos.
Rev. Alberto Villarroel
Mérida
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