Este pasaje forma parte de varios milagros que Jesús hizo en día sábado aun estando esta actividad prohibida por la tradición judía. El cuarto mandamiento que Dios le dio al pueblo a través de Moisés dice: “Acuérdate del sábado, para consagrarlo al Señor”. (Éxodo 20: 8) Pero la tradición judía le había agregado requisitos tales como: la distancia que se podía recorre, no permitir que los sirvientes y los animales trabajaran. Si un animal o una persona caían en un hueco no se les podía sacar. Tampoco se podía sanar a una persona a solo que su vida estuviera en peligro.
La persona que está en la sinagoga además de estar enferma, es mujer, posiblemente pobre, tal vez viuda. Tener la espalda encorvada suponía que era por causa del pecado por lo tanto era rechazada. Al ser humillada, su autoestima estaba igual que su mirada, por el piso, al no poder ver a los demás a la cara. Como dice el versículo 11, estaba agobiada.
La mujer no va a la sinagoga a buscar sanidad, seguramente lo había hecho según su costumbre durante 18 años. Es Jesús quien toma la iniciativa, la llama, la sana (la libera de su atadura) y pone sus manos sobre ella sin importarle “contaminarse”. Además la dignifica al calificarla como “hija de Abraham”, es decir con identidad y derechos.
La buena obra de Jesús se contrapone con la del jefe de la sinagoga quien en forma indirecta le recuerda a los presentes que sanar no es permitido el día sábado ya que la mujer no está en peligro de muerte por lo tanto podría hacerlo otro día de la semana.
Jesús pudo curarla otro día que no fuera sábado. ¿Entonces por qué lo hizo? Quería darles una enseñanza a los líderes religiosos judíos, a la gente de esa época, a los discípulos y también a nosotros.
Jesús, con la autoridad que le caracterizaba, acusa al jefe de la sinagoga y a todos los fanáticos del judaísmo de hipócritas, de ser incoherentes con el verdadero propósito de la ley de Dios. Habían tergiversado el mandamiento, le habían dado más importancia al valor económico de sus animales que al ser humano. La acción de Jesús no viola la ley más bien es consecuente con los propósitos de Dios y enaltece el día sábado.
Los líderes religiosos judíos y los fanáticos de esa época quedaron avergonzados y la gente que conocía la opresión y el agobio, se alegraron.
¿Acaso no ocurre lo mismo en nuestros días cuando le damos más importancia al legalismo y a la acumulación de riquezas que a resolver los problemas de los que más sufren? No hemos hecho de la ley de Dios una carga tan pesada para la gente que en vez de liberarlas, (desatarlas), las “encorvamos”, despreciamos y marginamos?
El llamado es a honrar a Dios permitiendo que su gracia y amor lleguen por igual a sus hijas e hijos. A dejar la hipocresía y a vivir de manera coherente el Evangelio.
Rvdo. Uriel Ramírez
Pastor Iglesia El Buen Pastor-Guarenas
25 de agosto 2019
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