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JESUS, NUESTRA ESPERANZA

Foto del escritor: sinodoipvsinodoipv

Lucas 3:1-6

El texto de hoy, 2do domingo de Adviento, nos traza unas pautas que debemos a seguir para recibir al Señor, para alcanzar la Salvación que viene a través de Jesús. Es una espera activa, una esperanza de algo nuevo, algo que nos garantiza la justicia, la liberación y el perdón. Lucas como buen investigador nos presenta el contexto histórico donde tendrá lugar la predicación de Juan. Un contexto marcado por un poder político totalmente injusto y opresor, dependiente del imperio romano, que somete a los pueblos y vulnera sus derechos. Marcado, además, por un poder religioso, representado por los Sumos Sacerdotes, Anás y Caifás, uno ya cesante y el otro activo.

En este contexto político y religioso se levanta Juan, que no cuenta ni encaja porque no cuenta con ningún cargo, ni poder humano que lo encasille, no está bajo su dominio. Vivía aislado en el desierto, con una alimentación sana, una forma de vida lejos de la civilización y la contaminación, no tiene ningún título, solo es descrito como hijo de Zacarías. A este hombre Dios le trasmite su Palabra, su mensaje y le da el privilegio de preparar el Camino del Señor. Lucas lo presenta como un profeta de Dios, encargado de anunciar la llegada del Mesias, el llamado a un cambio de vida y la denuncia de las injusticias que se practicaban a diario por medio del poder político y religioso.

Juan predicaba en los alrededores del Rio Jordan, región donde eran echados los más pobres, los enfermos, los más vulnerables, dónde también estaban los poderes que imponían grandes cargas a estas personas. Juan los confronta y les llama a una transformación profunda, a un arrepentimiento genuino, a una conversió, con el fin de prepararse para la llegada del Señor, que viene para perdonar, liberar y salvar a aquellos que lo esperan. La profesiabde Isaías adquiere vigencia, se hace presente en la voz de Juan, que nos invita a un cambio radical para lograr rellenar los valles, bajar las montañas y enderezar los caminos.

El Señor no llama hoy en los distintos desiertos en que estamos a levantar la voz dela esperanza a favor de aquellos que no tienen voz, que están siendo silenciados por los distintos poderes que imperan en el mundo. Debemos luchar y hablar en contra de todo aquello que daña al ser humano, debemos, al igual que Juan gritar las injusticias y llamar a la transformación de nuestras vidas, construyendo un mundo de esperanza, de fé y de amor. Esperando esa Salvación que Jesús nos trae. Contribuyamos en cambiar los caminos torcidos y ásperos porque Jesús ha prometido liberarnos y perdonarnos y en especial nos trae el regalo más grande, la Salvación.

Rvda. Zaida Lara


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