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El Paralítico de Betesda

Foto del escritor: sinodoipvsinodoipv

Juan 5:1-9


La lectura del Evangelio de esta semana nos recuerda una historia que particularmente me trae gratos recuerdos de mi infancia y de la escuela bíblica dominical de hace algunas décadas.


El apóstol Juan en su tarea de presentar a Jesús como el Mesías esperado, el Hijo de Dios nos relata uno de los tantos acontecimientos donde el Maestro manifiesta su poder con la curación milagrosa del “Paralítico de Betesda”.


El escritor nos detalla la creencia popular, de la sanidad producto del movimiento del agua del estanque de Betesda por un ángel que descendía “de tiempo en tiempo”. Podemos imaginarnos el desespero, la ansiedad y hasta el atropello que sufrían muchas de las personas necesitadas de un milagro al correr o arrastrarse para tratar de ser el primero en zambullirse en la pileta para lograr ser sanado. Paradójicamente Betesda significa “Casa de la Misericordia o de la compasión”. Pero en ese lugar reinaba el desasosiego, la desesperanza, el desánimo de muchos al ver que sus sueños de sanar se alejaban cuando otro entraba primero al agua en el momento específico y recibía el único milagro de esa jornada.


No por mera casualidad, Jesús se hace presente en la escena y me atrevo a pensar que la excusa de su segunda visita a Jerusalén era la “fiesta de los judíos”. Pero realmente fue el amor hacia aquel hombre que por más de treintaiocho años yacía en aquel lugar sin esperanza de ser curado. No sabemos si este hombre fue el único sanado entre tantos necesitados, pero si podemos señalar que Jesús pudiendo permanecer en el Templo y disfrutar de la popularidad de que ya gozaba. Prefiere salir al encuentro de la necesidad, a la periferia, donde seguramente no iban las autoridades políticas ni religiosas de aquel entonces. A cumplir la tarea encomendada por el Padre: “A buscar y a salvar lo que se había perdido” (Luc 19,10). Jesús fija sus ojos en el paralítico y luego de preguntarle: ¿Quieres ser sanado? Ocurre el MILAGRO, el paralítico es sanado y posteriormente comprometido a no pecar más: “no peques más, para que no te venga alguna cosa peor” (Jn 5,13)


Reflexión:

El ejemplo del Maestro invita a su Iglesia a salir eventualmente de la zona de confort, de las cómodas butacas y del fresco aire acondicionado del templo. A proclamar el “Día agradable del Señor”. A compartir las Buenas Nuevas de Salvación o un trozo de pan con el hambriento. A visitar algún enfermo o privado de libertad. El Señor Jesús con su sacrificio en la cruz, ya “MOVIÓ LAS AGUAS”. La oportunidad ahora, es para todos los que quieren acceder a la salud física y espiritual. Solo faltan voluntarios que les ayuden a acercarse a JESÚS.


ML Carlos Blanco

Iglesia Presbiteriana “El Buen Pastor” Guatire

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