Mateo 25:31-46
Introducción: El pasaje de Mt que nos trae el leccionario nos presenta una visión profética enunciada por el profeta por excelencia, el propio Jesús. Se trata del Juicio Final al final de los tiempos históricos, en lo que ha llamado la Segunda Venida: “Cuando el hijo del hombre venga con todo su esplendor y acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso”. Aquí se revela todo el esplendor, la majestad y señorío de un Cristo que es Rey y juez.
Se trata de un evento escatológico, al final de los tiempos, diferente a la presencia continua de Cristo con sus discípulos y seguidores en todos los momentos de la vida sobre la tierra.
1. A quiénes se ha de juzgar: La “Biblia de la Palabra” dice que “a todos los habitantes del mundo”; otras versiones dicen: “Todas las naciones”. El Hijo del hombre separará a unos de otros, como el PASTOR separa las ovejas de los cabritos, poniendo a las ovejas a un lado y los machos cabríos al otro. [En Palestina las ovejas y las cabras pastaban juntas, pero se las guardaba en corrales separados. Las ovejas eran consideradas de mayor estima que las cabras]
2. El juicio: El rey dirá a los unos “Vengan benditos de mi Padre, reciban en propiedad el reino que se les ha preparado desde el principio del mundo”. A los otros en cambio, dirá “Apártense de mi, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”.
3. ¿Con qué criterio se les juzgará? No se les pregunta sobre su ortodoxia en las doctrinas, no se indaga sobre sobre sus estudios de la Biblia o de teología, sobre sus conocimientos de la historia de la Iglesia, sobre sus cultos y liturgias,—claro está que todas estas cosas son importantes y no pueden faltar en los que pertenecen al Pueblo de Dios-- ni si eran católicos, ortodoxos, evangélicos, protestantes de tal o cual denominación, más aún, no sólo se trata de un juicio al pueblo de Dios, sino a todas las naciones de la tierra, cristianas y no cristianas, podemos imaginar pueblos creyentes en las diferentes religiones y creencias, así como a pueblos y comunidades de personas ateas o supuestamente ateas. TODOS LOS PUEBLOS DE LA TIERRA. El criterio es otro: a los que son aceptados como benditos del Padre se les dice: “porque estuve hambriento y ustedes me dieron de comer; estuve sediento y me dieron de beber; llegué como un extraño y me recibieron en sus casas; no tenía ropa y me la dieron; estuve enfermo y me visitaron; en la cárcel y fueron a verme”. Por el contrario, a los que son rechazados se les dice: “apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque estuve hambriento y no me dieron de comer; estuve sediento y no me dieron de beber; llegué como un extraño y no me recibieron en sus casas; me vieron sin ropa y no me la dieron, estuve enfermo y en la cárcel y no me visitaron”. Tanto los justos, como los reprobados se dirigen al Hijo del hombre como SEÑOR, pero esto no es lo que salva o no salva. Ninguno de los dos grupos recuerda haber visto al Señor hambriento, sediento, como un extraño, sin ropa, enfermo o en la cárcel. EL CRITERIO es: Todo lo hayan hecho en favor del más pequeño de mis hermanos, a mí me lo han hecho, en cambio, cuanto no hicieron en favor de estos más pequeños, tampoco conmigo lo hicieron.
4. Hoy en América Latina, hay que rescatar esta visión escatológica, señalando que las iglesias y las naciones tienen que optar preferencialmente por los pobres, por los menesterosos, por los excluidos y marginados, por los pueblos originarios explotados y robados de sus culturas, por la mujer pobre, doblemente explotada por el machismo y el patriarcalismo, por los varones domados por un hembrismo o feminismo mal concebido. Inclusive las llamadas naciones cristianas como los EE. UU. son las más explotadoras de los pueblos pobres y desvalidos, son los invasores y dominadores. A nivel individual, podemos ser muy santurrones y estar encerrados en las 4 paredes de nuestros locales de culto, nuestros templos, catedrales hermosas, pero si no estamos en solidaridad con los más pequeñitos, no estamos viviendo la vida cristiana como se espera de nosotros. Cristo está presente hoy entre nosotros, en nuestra intimidad, pero preferentemente en el rostro del pobre. Seamos verdaderos seguidores de la Palabra, “amaos los unos a los otros, como yo os he amado”.
Rev. Edgar Moros Ruano
留言