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“EL AGUA QUE CALMA LA SED”

Foto del escritor: sinodoipvsinodoipv

Lectura: Juan 4:5-42

“Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber, tú le pedirías, y él te daría agua viva” (v. 10)


Una de las lecturas del leccionario, que corresponde hoy, es Éxodo 17:1-7, donde nos dice que el pueblo israelita estuvo sediento, ya que no había agua para beber, esto produjo un altercado entre el pueblo contra Moisés, quienes le exigieron agua. Y lo único que pudo hacer Moisés, fue acudir a Dios, al que todo lo puede. Y Dios respondiendo, le indicó a Moisés lo que debía hacer, éste siguiendo las instrucciones golpeó la roca con la vara y brotó abundante agua, suficiente para el pueblo y su ganado. Los israelitas al ver la ayuda de Dios comprendieron que Dios los amaba.


En Juan, capítulo 4, versículo 5 en adelante, Jesús le ofreció agua a la mujer samaritana, pero no esa agua que calma la sed por unos instantes, sino el agua viva, que quien toma de ella, no vuelve a tener sed jamás, un agua que es fuente de agua que salta para vida eterna (v. 14). ¿Tienes sed? Sed de vida abundante, sed de una vida digna, sed de amor, sed de justicia, sed de compañía, sed de que te tomen en cuenta, sed de respeto, sed de que te valoren, sed de que te consideren útil, sed de alegrías, sed de paz, sed de confianza, sed de seguridad; y así, sed de tantas cosas que muchas veces le es negada a las personas.


Así, como a esta mujer samaritana, mientras que la sociedad la reprimía y le negaba muchas de las cosas mencionadas anteriormente, Jesús no se las negó. Más bien le dio a conocer lo que él ofrece, vida eterna, vida que llena, que satisface, que sana, que alienta, que anima, vida que provoca más sed, pero sed de pertenecer y buscar cada día de él, de su presencia. Su presencia, que es una fuente inagotable de tantas cosas buenas y bellas, donde se puede vivir ligero (Sin cargas), en paz, con seguridad, donde resplandece y perdura lo máximo en este mundo, el amor.



Ese amor que no juzga, que no condena, que no daña, así es el amor que Jesús le brindó a la mujer samaritana. Y en respuesta, esta mujer agradecida, salió a contar a los demás, lo que le había acontecido. Siendo ella, la primera evangelista en la historia, pues; dejó su cántaro y fue a compartir su experiencia vivida. Lo hizo con denuedo, con una convicción que produjo interés en quienes oyeron su testimonio. Y el resultado de todo esto, fue que, al oír a la mujer samaritana, vinieron a Jesús y creyeron en él por la palabra de la mujer, pero al tener contacto con Jesús, creyeron aún más, porque conocieron que Jesús es el Salvador del mundo, el Cristo (v. 42)


Hoy, ¿Tienes sed de esa agua viva, que salta para vida eterna, esa agua que cambia tu vida? Jesús te invita a que vengas a Él, recíbele en tu corazón para que calme tu sed. Jesús te ama, no importa quién eres, a Él sólo le importa que desees aceptarle y habites bajo su sombra y abrigo, y puedas gozar de sus bendiciones.


Y si ya estás disfrutando de ellas, haz como la mujer samaritana. Deja tu cántaro y ve a testificar de lo que Jesús ha hecho en tu vida.


Dios te bendiga y te guarde. Amén Amén.


M. L. Osdalys E. Francia de Miranda.

(Pastora de El Buen Pastor en los Valles del Tuy)


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