1. Al caer la tarde comenzaron a inquietarse. ¡Tanta gente con necesidad! 2. Era una situación imposible. De modo que le pidieron al Señor que despidiese a la gente. 3. Jesús no estaba dispuesto a enviarlos a buscar comida. 4. Él ordenó a los discípulos que le hicieran sentar a la multitud, cinco mil hombres además de mujeres y niños. 5. Después de haber dado gracias partió el pan y comenzó a repartirlo a sus discípulos, y ellos a la gente. 6. Hubo suficiente comida para todos ya que, sobró más de lo que tenían. 7. Los sobrantes llenaron doce cestas, una para cada discípulo.
Este incidente está lleno de gran significado para los discípulos que están encargados de la evangelización del mundo.
En este evangelio somos testigos de cómo Dios cuida a su pueblo. Podemos ver el alimento que da de dos maneras. Por un lado, lo podemos tomar como un evento milagroso, apuntando a los orígenes divinos de Jesús. Por otra parte, podemos ver que una vez que los discípulos comenzaron a compartir la poca comida que tenían con los que estaban alrededor, se desató un movimiento similar entre la multitud, muchos de los cuales habían traído consigo algo para comer. Cuando cada uno compartió, todos tuvieron suficiente. Un ejemplo del tipo de sociedad a la que la Iglesia debe aspirar.
Los cinco mil representan la humanidad perdida, hambrienta del pan de Dios. Los discípulos dan la imagen de cristianos pobres, con unos recursos aparentemente limitados, pero mal dispuestos a compartir lo que tienen.
El mandamiento del Señor es denles ustedes de comer, es sencillamente una declaración de la gran comisión. La lección es que si damos a Jesús lo que tenemos, Él puede multiplicarlo para alimentar a la multitud espiritualmente hambrienta. El mundo podría ser evangelizado en esta generación si los cristianos rindiesen a Cristo todo lo que son y tienen. Esta es la lección permanente de la alimentación de los cinco mil.
La Madre Teresa dijo acerca de Jesús: “Él quería que fuéramos su amor y compasión en el mundo, en vez de su debilidad y fragilidad”. En este milagro, Jesús no produce la comida salida de ninguna parte; Él toma lo poco que los apóstoles tenían y lo multiplica mil veces.
En el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, yo soy recordado de que Jesús puede proveernos de alimento espiritual más allá de mi imaginación. Hay una misteriosa desproporción entre lo que yo doy y lo que el Señor hace por mí.
!Qué Dios les bendiga!
Rev. Yumar Ferrer
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