Marcos 13:24-37
Entre las muchas instrucciones dadas por el Señor a sus discípulos, se encuentra ésta de mantenernos alertas, de cara a la promesa de su regreso. Los escritos neotestamentarios abundan en referencias a la segunda venida del Señor. Una parábola del Maestro muy diciente al respecto es la muy conocida Parábola de las Diez Vírgenes (Mt.25:1-13), en la cual, el núcleo del mensaje tiene que ver con la importancia de estar pendientes a la llegada del "novio", por parte de las damas de honor en la boda. Metáfora que ejemplifica el encuentro de Jesús con su iglesia.
En este texto del evangelio según Marcos hay una frase que recoge la misma idea: "¡Manténgase despiertos!" (Mr.13:37, RVC). Esto es: “Manténganse despiertos” como la servidumbre apercibida y en expectación del regreso del amo, en cualquier momento. Jesús advirtió a sus discípulos: "Así que ustedes deben mantenerse despiertos, porque no saben cuándo vendrá el señor de la casa, si al caer la tarde, o a la medianoche, o cuando cante el gallo, o al amanecer; no sea que venga cuando menos lo esperen, y los encuentre dormidos" (v.35,36). Así también: "Tengan cuidado. No pasen el tiempo tomando y emborrachándose. No se dejen arrastrar por las preocupaciones de la vida, o no podrán pensar claramente. De repente llegará el fin y los agarrará por sorpresa. Caerá como una trampa sobre todos los habitantes de la faz de la tierra. Por eso, siempre deben estar alerta. Pidan fuerza para poder resistir cuando se enfrenten a todo esto que ocurrirá y así poder presentarse ante el Hijo del hombre aprobados" (Lucas 21:34-36, PDT). Y, por otra parte: "Las buenas nuevas del reino serán proclamadas en todo el mundo, para que todas las naciones las oigan. Y sólo entonces vendrá el fin" (Mateo 24:14, NBV)
¿Qué significa "mantenerse despiertos"? Las Escrituras hablan por sí solas al respecto. No hay mucho que añadir. De manera que, por ejemplo, hagamos nuestras las palabras apostólicas de Pablo y de Pedro, cuando nos aconsejan:
"...Despierten, porque nuestra salvación ahora está más cerca que cuando recién creímos. La noche ya casi llega a su fin; el día de la salvación amanecerá pronto. Por eso, dejen de lado sus actos oscuros como si se quitaran ropa sucia, y pónganse la armadura resplandeciente de la vida recta. Ya que nosotros pertenecemos al día, vivamos con decencia a la vista de todos. No participen en la oscuridad de las fiestas desenfrenadas y de las borracheras, ni vivan en promiscuidad sexual e inmoralidad, ni se metan en peleas, ni tengan envidia. Más bien, vístanse con la presencia del Señor Jesucristo. Y no se permitan pensar en formas de complacer los malos deseos" (Ro. 13:11b-14, NTV)
"Pero no olviden, queridos hermanos, que para el Señor un día es como mil años y mil años, como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan. Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En aquel día los cielos desaparecerán con un estruendo espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego; y la tierra, con todo lo que hay en ella, será quemada. Ya que todo será destruido de esa manera, ¿no deberían vivir ustedes con devoción, siguiendo una conducta santa y esperando ansiosamente la venida del día de Dios? Ese día los cielos serán destruidos por el fuego y los elementos se derretirán con el calor de las llamas. Pero según su promesa, nosotros esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habita la justicia. Por eso, queridos hermanos, mientras esperan estos acontecimientos, esfuércense para que Dios los halle sin mancha y sin defecto, en paz con él" (2 Pe. 3:8-14, NVI)
Así es, hermanas... hermanos... Ocupémonos en los asuntos del Reino de Dios, de manera diligente, de manera que cuando el Señor vuelva por su pueblo, nos encuentre "despiertos", cumpliendo con las tareas que nos dejó asignadas. El Señor nos ilumine y fortalezca para permanecer unidos a Él y produciendo abundante fruto, para gloria de su Nombre.
Rvdo. Valmore Amarís R.
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