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28° Domingo Tiempo Ordinario Mateo 22:15-22

Foto del escritor: sinodoipvsinodoipv

El pasado domingo reflexionamos en la parábola de invitación del rey a una boda y en ella Jesús expresa con claridad que aquel que no acepta la invitación que Dios le hace pierde la celebración de la vida con gozo aún en medio de lágrimas. Hoy cambia totalmente el evangelista presentando a Jesús no como el que señala fuertemente a los líderes judíos, sino a los fariseos rodeándole y tratando de envolverle con palabras expresadas cuidadosamente hasta llenas de una especie de miel pegajosa: “Maestro sabemos que eres sincero y enseñas el camino de Dios con la verdad “. ¿Cuántas veces hemos actuado así o hemos visto el actuar de otros de igual manera, buscando algo muy diferente a lo expresado? Y…después los líderes judíos y los Herodianos se dirigieron a Jesús con la pregunta que buscaba respuesta para sacarle del camino: ¿Qué opinas, es justo pagar impuesto al César, o no? Jesús sabiamente les pide una moneda y les muestra la imagen que aparece en ella, respondiendo ellos: El César. Jesús siempre impactante y escandaloso en sus respuestas les dice: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Así que la respuesta que ellos esperaban no les fue dada y no pudieron sacar a Jesús del Camino.

Y… ¿hoy está vigente esa respuesta de Jesús? ¡Claro que si! Nosotros somos ciudadanos / as aquí en la tierra en el país donde habitamos y somos también ciudadanos/as del Reino de Dios. Esta ciudadanía doble no debe tener ningún tipo de conflicto, a menos que se violenten los planes de Dios en nuestras vidas y debemos decidir “dad a Dios lo que es de Dios".

La palabra impuesto siempre tiene una acción que no es muy agradable, más como ciudadanos de una nación tenemos deberes y derechos. Entre los primeros están los impuestos de diferentes tipos que debemos pagar y con los fondos recaudados se realizan planes y proyectos para el desarrollo y beneficio del país y de sus habitantes. Por lo tanto de allí entonces se hacen visibles los derechos: vida digna, servicios públicos, seguridad y otros. Así en nada interfiere a nuestra ciudadanía del Reino de Dios. Donde nuestro principal deber es DAR. Dar amor, tiempo, dones, justicia, acompañamiento, consuelo, inclusión, consuelo, fortaleza, compartir la buena noticia que es Cristo Jesús. Ese dar continuo, hoy nos afirma que esto es celebrar la vida con lo que parecen primera vista impuestos y resulta que son dádivas del amor inmenso de Dios por cada uno.

Y…este año 2020 tan atípico, donde todo nuestro quehacer diario cambio, un virus tocó a las puertas y ventanas de nuestra vida obligándonos a revisar estilos de vida, desviar rutas cotidianas, compartir 24 horas bajo el mismo techo con la familia, ser maestros de nuestros niños en casa, manejar el tiempo con nuevos horarios, aprender a tener paciencia, crecer en la fe, optimismo y esperanza. Más esto no es excusa para dejar a un lado la Misión de Dios de la cual somos sus instrumentos aquí en la tierra, aprendiendo a utilizar recursos insospechados para que el amor misericordioso de Dios llegue a los más maltratados por esta pandemia: enfermos, familias en duelo, familias enteras en situación de hambre, personas sintiéndose que están en un túnel sin salida. Dios nos bendiga y nos llene de sabiduría para dar respuestas cumpliendo: ”dar a Dios lo que es de Dios". Amén.

Rvda. Elisa M. de Bulmes


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